Como esposa del general José Bernales, la también fallecida empresaria hotelera Teresa Bianchini Frost siempre se la jugó por el bienestar de los hijos de los funcionarios de Carabineros.
Esta preocupación la llevó a trabajar junto a los hijos discapacitados de los policías uniformados.
El 27 de diciembre de 2006, en su calidad de Presidenta de la Corporación de Ayuda a la Familia de Carabineros, inauguró junto a su marido, y a la Presidenta Michelle Bachelet el Centro de Rehabilitación Integral para Hijos de Carabineros (Cricar), en Ñuñoa.
El recinto, pionero en su tipo en América Latina, resultó ser de tremenda ayuda para los peques, pues cuenta con áreas de rehabilitación física, sicológica, neurosensorial y trastornos del desarrollo y la comunicación.
La iniciativa permite tratar a hijos de funcionarios con capacidades diferentes con caballos y perritos.
El centro le sigue cambiando la vida a varios niños con parálisis cerebral, tanto desde el punto de vista de la terapia física como de la socialización con los otros menores.
"Nació por una necesidad, pues teníamos un poco de lado a los hijos de los funcionarios que presentan capacidades diferentes, así que asumimos la iniciativa. Hoy estamos orgullosos de demostrar que los animales entrenados les pueden ayudar a los niños a conseguir una mejor calidad de vida", dijo Teresa Bianchini a La Cuarta cuando inauguró el centro.
HISTORIA DE AMOR
El matrimonio entre Teresa Bianchini Frost y el general José Bernales Ramírez tuvo sus inicios en Los Andes.
Ambos eran jovencitos cuando se conocieron y enamoraron. El general Bernales estaba de chiporrito en esa ciudad y la familia de la señora Teresa estaba ligada con las Termas del Corazón, situadas en el sector Cariño Botado de la comuna de San Esteban, en Los Andes.
Como presidenta de la Corporación de Ayuda a la Familia de Carabineros de Chile, Teresa Bianchini ayudó a un joven epiléptico de Santa Cruz que tiene 25 años, pero que parece de cinco.
La señora se emocionó con el drama de Carlitos Fredes, el hombre-niño, y le mandó una silla de ruedas nuevecita, pañales y leche.
Como esposa del máximo jefe de la policía uniformada, la señora Bianchini siempre estuvo preocupada del personal, principalmente de sus queridas paquitas.
Prueba de lo anterior es que en el pasado Día de la Madre, invitó a 100 uniformadas de todas las comisarías de la capital a disfrutar de un desayuno con baile, cantantes y torta. A todas les regaló flores y entregó un engañito. Era la protectora de las "paquitas".
La pérdida del matrimonio es, por lo mismo, una tragedia inconmensurable para la institución uniformada.