Pese a las múltiples recomendaciones del Gobierno para que los damnificados que viven en carpas tras el terremoto acudan a los albergues y arranquen del aguacero, los vecinos se niegan a virarse y abandonar lo poco y nada que rescataron desde sus destruidos hogares.
"Que primero sean las mujeres, los adultos mayores y los niños quienes realicen este cambio. Si los hombres así lo estiman, podrán ellos quedarse para cuidar las cosas", propuso el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, durante su visita a la oficina de la Onemi.
La autoridad explicó que desde la V a la VIII Región se han acondicionado 53 albergues para recibir un total de 5.700 personas, donde además de estar protegidas de la lluvia y los tiritones, los damnificados podrán recibir comida y atención médica si así lo requieren.
Según el cálculo que manejaba Ubilla al mediodía, sólo 390 personas habían acudido a estos albergues, por lo que reiteró el llamado a la población para que apretara cachete de sus carpas antes que se inunden.
De acuerdo a las cifras oficiales del Gobierno, en la zona centro sur del país aún quedan cerca de 2.800 familias que viven en carpas tras el terremoto, por lo que las lluvias y el frío invernal que se acerca ponen en serio riesgo su salud.
En la Región del Biobío las precipitaciones comenzaron en la noche del martes, pero la intendenta Jacqueline van Rysselberghe aseguró que el agua no provocó mayores estragos.
En la comuna de Chiguayante los pobladores de la Villa Futuro sufrieron con las lluvias. Los vecinos, cuyos departamentos quedaron como la mona después del terremoto, se las tuvieron que ingeniar para que las carpas en las que habitan después de la tragedia no se les inundaran, a la espera de que las autoridades entreguen mediaguas.
Pese a los esfuerzos, el objetivo no se cumplió. En varias de las carpas el agua se filtró y mojó las precarias camas y la ropita que había en ellas. A mediodía, San Isidro se paleteó y mandó de regalo unos rayitos de sol que sirvieron para secar las pilchas.
Por su litro, los efectivos del Ejército trabajaron durante todo el día para construir rápido las viviendas de emergencia que salvarán a parte de las familias afectadas.
El objetivo de los uniformados es levantar 148 mediaguas en el transcurso de estos días, para poder responder oportunamente a las necesidades más urgentes.
"La intendenta se comprometió a ayudarnos y, hasta ahora, es una de las autoridades que ha cumplido su palabra", versearon a coro los vecinos.
"SE NOS MOJÓ TODA LA CASA... ¿QUÉ MAS PODEMOS ESPERAR?"
"Casi no dormimos anoche por temor a que el viento nos volara los techos. Después, en la madrugada, nuestras casas se comenzaron a pasar de agua y en la mañana una nueva réplica nos despertó a todos", relató desesperada Victoria Miños, cuya casa fue arrastrada por el tsunami del 27 de febrero, en el sector La Poza de Constitución, en la Región del Maule.
Tras el desastre, Victoria ahora vive junto a su esposo, 4 hijos y dos nietos en una mediagua instalada en el mismo sector, a pocos metros del río Maule y en condiciones muy precarias.
"Ya estábamos resfriados de antes, pero ahora que se nos mojó la casa, ¿qué más podemos esperar?", lamentó.
"CUBRIMOS EL CAMPAMENTO COMPLETO"
"No hemos dormido. Desde que supimos que iba a llover, comenzamos a prepararnos. Hemos cubierto el campamento completo con nylon para evitar que el agua moje las camas. Pedimos mediaguas, pero aún no han llegado", contó Jorge Cartes, dirigente de la Villa Futuro.