Hay tipos que como que les gustara matarte el deseo en Tinder. Mi guata -a las alturas de mi treintena tardía- ha desarrollado una especie de alarma que avizora esa abulia impotente en una cita. En cosa de segundos, mientras se saluda al chiquillo y se pide el menú, cae la teja 'ohh, no pasa nada con este huevón'.
Porque no te gustó su presencia, él simplemente no cachó tus ironías o porque sobre la mesa se ha posado un aura de amargura de hombre cuarentón separado y solo.
La primera cita parece entrevista. Rápidamente, se descubre que la ex lo dejó por 'loca', también que no ha estado con nadie por más de dos años y que le parece bestial el 'zoológico de Tinder'. Y una asiente comprensiva. Porque al tiempo que llega la cuenta, una ya se encuentra buscando vías de escape de ese aburrimiento. "¿Ha sido muy desagradable también tu experiencia en Tinder?, pregunta él. No, para nada, le digo, a mí me ha ido súper bien.