Lo bueno de encontrarse con gente a la que no vez hace años es que, como está de moda decir, tienes la posibilidad de ampliar el círculo, algo que si andas de caza siempre se agradece.
Tras pasar una entretenida noche de viernes con ex compañeritos de la universidad, uno me invitó al teatro. La cita fue un jueves -el día anterior me había acostado como a las 3 de la mañana-, y a eso de las 8 de la noche seguía en la pega y tenía sueño, como si el cansancio de la humanidad se hubiese tomado mi cuerpecito.
Claramente no tenía ganas de ir, pero uno de los millennials de la oficina me recordó que siempre la noche te puede deparar una sorpresa.
Volé, literalmente, a la casa; a las 8,30 me pasaba a buscar Francisco. Me conoce, hicimos la tesis juntos, y sabía que lo cancelaría. Entré y en cinco minutos mi vestido estaba en el suelo y una mini, botas de taco altas y una polerita me cubrían.
Me miré al espejo, la cara destruida, pero no tuve tiempo de maquillarme. Al llegar al Teatro Bellavista, me enteré de que era el estreno de "Reservas Completas", donde actúa Felipe Ríos, que de nombre no me sonaba de nada, pero que cuando lo vi en el escenario recordé quien era. Tras el estreno, en una galería de arte alternativa que está junto al teatro, había un cóctel.
Estaba que mataba a Francisco, me tendría que haber avisado que era un estreno, que nos encontraríamos con conocidos, así me habría, al menos, maquillado. Ingresamos, fue a buscar un par de copas de vino y nunca volvió… digamos que se mueve en ese ambiente.
Estaba sola, mi alma sola, cuando ingresa Ricardo Saieh, el otro actor de esta puesta en escena que fue un éxito en Broadway. Ahí es fácil la conversa, porque te acercas y le comentas su actuación.
En eso estaba cuando diviso a un cuarteto de famosillos: Bodenhöfer, que a sus 57 años está en su mejor minuto; Rudolphy con unos lentes de marco rojo; Álvaro Morales, más viejo de lo que recordaba, y del cuarto me reservaré su nombre, sólo decir que en mi época universitaria lo llamaba "pequeño Juan".
Rápidamente hice un scanner de la situación, miré a mi alrededor, en una esquina estaba Felipe Ríos celebrando con unos amigos, en la otra los actores, yo en el medio.
Me empecé a camuflar entre la gente, no quería que "pequeño Juan" me viera… han pasado 25 años desde la última vez que compartimos cama. Dos cosas me aterraban, la primera es que no me reconociera, un verdadero trágame tierra, la segunda es que no estoy en mi mejor momento. Y así iba de grupo en grupo, sin conocer a nadie, pero poniendo cara de entendida en lo que hablaban.
Cuando logré encontrar a Francisco -estaba flirteando-, sentí que alguien me tocaba el hombro. Me dije, "que no sea él, por favorcito, que no sea él". Lo único que recuerdo fue un: ¡¡¡Clariiiiiita!!!