La tragedia de un hogar de ancianos que se incendió

La mañana del domingo 6 de abril de 2014, el hogar Magaly Zapata de Reumén se quemó por completo. Residían doce pacientes: algunos ancianos; otros, enfermos psiquiátricos. Nueve de ellos y la cuidadora de turno, murieron. Los bomberos no tuvieron las herramientas para combatir el fuego. Aquí, la historia de un desastre que se pudo evitar.

Reumén, comuna de Paillaco, región de Los Ríos. Todos sabían que la tranquilidad del pueblo, desde hacía un par de décadas, propiciaba un particular negocio: las casas de reposo para ancianos y enfermos psiquiátricos.

Uno de ellos, situado en la intersección de las calles Galvarino con 12 de octubre, se llamaba hogar Magaly Zapata. Era atendido por María Cossio.

Cossio, de 45 años, trabajó en dos períodos allí. El último en 2013, cuando la llamaron para hacer un reemplazo y se terminó quedando.

Le gustaba, aunque le resultaba agotador: el turno, de veinticuatro horas, que parecía no tener final; el desafío de bañar a los residentes cuando muchos se resistían; los celos de su marido agresor; el abandono que padecía la mayoría de los ancianos, aunque muchos ni siquiera lo llegaran a notar.

Para ella, era especial el caso de Abraham Julian, su favorito, un descendiente de árabes que llevaba dos décadas exactas allí y al que le habían diagnosticado esquizofrenia.

Era el más tranquilo, también el más culto. Pero su familia casi no lo iba a ver.

María, entendía, era parte de: el abandono y el destrato operan casi como una suerte de sinónimos de esas residencias.

El sábado 5 de abril de 2014, el último día que el hogar Magaly Zapata funcionó, Rosa Jaramillo, otra de las cuidadoras, le entregó el turno a María. Ese día, hasta el lugar llegó Arnoldo Cárdenas, por entonces el amante de ella. Estuvieron juntos, felices, por un par de horas, mientras los residentes descansaban en sus piezas.

Según consignó un reportaje de Revista Sábado, en su posterior declaración a la policía, Cárdenas relató:

"Estaban todos en sus piezas, bajo llave. Del casi año que fui a visitarla, ella siempre tenía a los pacientes bajo llave, no viendo nunca un paciente después de eso. Solo los sentíamos en las piezas. Tenían chatas para hacer sus necesidades".

Noche fatal en Reumén

Después reconstruyó su jornada: "Pasada la medianoche, me fui a mi casa con mi mamá. El domingo me levanté a las 6.30, trabajé un rato en mis muebles y a las 7.40 fui donde la Mari".

El domingo a las ocho de la mañana, la Central de Bomberos recibió la alerta. Incendio estructural en la localidad de Reumén.

Era una casa de dos pisos. Vivían 12 personas, nueve mujeres y tres hombres. Algunos de ellos, con discapacidad mental.

Procedían de Osorno, Valdivia y San José. También había una cuidadora. Era el hogar Magaly Zapata.

A las 8.30, cuando llegaron, la patrulla de Bomberos cayó en cuenta que no había más grifos ni agua disponible para combatir el incendio.

Tenía autonomía de agua para dar batalla, a lo sumo, cuatro minutos.

A esa hora, Arnoldo venía de vuelta, sollozando.

Había logrado ingresar al lugar para sacar del peligro a su amada, pero María no quería marcharse sin rescatar a su interno favorito.

"Yo traté de agarrarla", explicó en su declaración, "pero ella subió igual no más".

"Traté de subir también, pero las llamas estaban encima en la escalera, quemándome la cara y la mano izquierda. Ahí, como no podía subir, salí para el patio y salté para la calle", agregó.

De a poco, los bomberos fueron confirmando el peor panorama. Que entraran los voluntarios era arriesgar más vidas.

Recién al mediodía pudieron controlar el fuego. La casa reventó. Juntaron los cuerpos como pudieron: la identificación se extendió por varios días. Hubo diez fallecidos en total: nueve pacientes y María Cossio, la cuidadora.

Sólo se salvaron Amanda Martínez (30 años); Roberto Lancapichún (46 años), y María Toro (62 años).

"Esa no es vida"

"Estamos conmovidos con esta tragedia", dijo entonces la alcaldesa Ramona Reyes, que además puntualizó que el hogar tenía deficiencias y que los organismos fiscalizadores no actuaron como correspondía.

El concejal Carlos Rolack, en cambio, responsabilizó a Obras Hidráulicas por no fiscalizar las obras de agua potable de Reumén.

Fue la tónica: durante los días siguientes, todos se tiraron la pelota, de uno a otro. La Municipalidad de Paillaco, por ejemplo, explicó que no correspondía fiscalizar, porque la casa tenía permiso solo como "servicios sociales con alojamiento". El Servicio de Salud de Valdivia también descartó su responsabilidad. Una exfuncionaria de Seremi dijo haber evaluado el hogar entre 2005 y 2006, notificando su mala infraestructura y otras deficiencias.

La dueña del hogar de reposo, Silvia Zapata, se defendió. Le dijo a El Diario Austral de Valdivia que el recinto llevaba 27 años funcionando y que los residentes estaban bien cuidados, limpios y bien alimentados.

No pasó mucho más.

Sobre el siniestro, primero se esbozó como posible causa el recalentamiento de un cañón. Después, la fiscalía estableció que se trató de una combustión lenta del primer piso.

Tras el horror, la familia dueña del hogar decidió no reconstruir.

Arnoldo Cárdenas no pudo con la pena, ni con la culpa. El 22 de octubre de 2014, en Santiago, donde intentó reconstruir su vida, se ahorcó.

Roberto Lancapichún, uno de los sobrevivientes, le dijo a Rodrigo Fluxá en el reportaje de Sábado:

"Fue mejor, una suerte para ellos. Esa no es vida".

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