A un día de la llegada del Viejo Pascuero, un tren fantasma pitea invisible por los rieles de Meiggs causando el asombro de la gente.
Si bien los enigmas mayas ya quedaron en el pasado, el sonido del chiqui chiqui cha de un caballito de metal que no se ve por ninguna parte, es la incógnita que muchos han tratado de dilucidar, mientras se pasean por el tradicional barrio de Estación Central, más cargados que mula de bandido con cientos de regalos.
Algunos se dan el tiempo para quedarse y observar dónde diablos está la locomotora del juguete sensación de estos momentos, que sólo muestra una línea férrea vacía, hermoseada por unas minipalmeras, un par de caballos y vacas que sólo sirven de distractores ante el enigmático juguete que hace preguntarse a los sapos consumidores: ¿Y dónde está el trencito? ¿Ah?
Para desentrañar ese puzzle navideño La Cuarta, la sabuesa, afinó su oreja y contactó informantes para cachar lo paranormal del rentable chiche navideño, que para los comerciantes que lo ofrecen ha sido una bendición.
"Se trata de una movida publicitaria. Puro marketing, cachái", soltó de una Wilson Romero, uno de los dueños del negocio de la locomotora fantasma, que con megáfono y fondeado hacía los sonidos, provocando extrañeza y risas entre los acalorados paseantes.
El puesto 67 ha vendido más de 2 mil locomotoras a mil 500 pesos, con lo que Wilson saca pecho ante sus innovadoras técnicas publicitarias.
“La gente mira los rieles pelados y pregunta: ¿Dónde está el tren fantasma? Y nosotros fondeados hacemos el ruido del clásico pito con el megáfono, ¡Ahí está pues, no lo escucha!, y se largan a reír”, atiza Wilson, mientras cuenta los billetes y les hace entrega, silenciosamente, del juego completito, con los carros y la locomotora incluida, que esconde dentro del local. ¡Tu-tuuuu!
LLEGARON LAS TRUCHOLAURAS
La moda y venta de las muñecas Draculauras ha sido todo un boom, por eso no es de extrañar que siempre una pariente pobre aparezca en su reemplazo y llene el gusto de los peques que se quedaron sin la original.
Se trata de la Traculaura, igual de pintada, pero un poco menos glamorosa que su prima original.
“Es la alternativa natural a las Draculauras”, soltó Ramón Jorquera, comerciante del barrio Estación.
“Las vendo a 15 luquitas y vienen en una caja de a tres, es lo mejor que pueden encontrar los pequeños”, remató.
Ante la escasez de las originales buenas son las Trucholauras.
LOLAS LOCAS CON JUSTIN BIEBER
Mientras muchos dejan las patas y su sueldo viendo a Madonna o Lady Gaga, en Meiggs le dan el gusto a los fanáticos de Justin Bieber con un muñeco plegable, igualito a la joven estrella pop.
El chiche, llegado desde el Oriente, es de un parecido pasmoso al cantante y se vende mucho entre las lolas. A sólo 5 luquitas.
CALZÓN PARA EL CELO CANINO
Otra de las novedades que ha sido grito y plata en el tradicional barrio de Estación Central, son los calzones para el celo canino. Verdaderos cinturones de castidad para la perrita que anda ganosa y que no quiere pasar susto.
“Vendemos hartos de estos calzoncitos, que traen sólo un hoyito para sacar la cola y nada más”, explica didáctica Katherine Maldonado, vendedora del local.
Los calzones de castidad perrunos se venden a mil 500 piticlines.
Pero no todo es control de natalidad en este particular local, que viste a perros y gatos, ya que además tiene indumentaria del Viejo Pascuero, trajes de baño, y jeans pa’ coludos. “Salen como 200 disfraces diarios”, remachó Katherine, la vendedora.