Por esas coincidencias de la historia, cuando la Policía de Investigaciones (PDI) rendía el miércoles 4 de julio un homenaje a los integrantes del Departamento 50, grupo especializado que desbarató las redes de espionaje nazi, italiano y japonés durante la Segunda Guerra Mundial, fallecía el ex prefecto Hugo Villegas Garín, tras cumplir 100 años en este mundo.
Fue el último sobreviviente de esa oficina especial, creada cuando la conflagración planetaria estaba en su apogeo, en 1941; fue el hombre que en los años 50 y 60 investigó la presencia del jerarca nazi Martin Bormann en Chile y que en 1966 tuvo un cara a cara con el mismísimo Paul Schäfer.
Ese fue el calado del fallecido detective, cuyo nombre fue remarcado por el director general de la policía civil, Héctor Espinosa, al presentarse el libro "El D-50 de la PDI. Los cazanazis chilenos", del periodista e investigador, Carlos Basso.
En un video de la misma policía, con motivo del centenario del ex prefecto, éste contó que "en el Departamento 50 trabajábamos con mucha independencia... se creó porque no había una entidad que manejara estos temas de carácter internacional".
Agregó, "teníamos muy pocos recursos y mucha pega y sin oficiales que hablaran varios idiomas".
Con esos escasos medios, el D-50 desarticuló dos redes de espías nazis: en 1942 arrestaron a 20 alemanes de la primera, llamada PYL (siglas de estación de radio), dirigida por el agregado militar Ludwig von Bohlen, y en 1944 a 25 agentes del núcleo PQZ, a cargo del capitán de marina mercante Albert von Appen, alias "Apfel".
Ya disuelto el D-50, Villegas siguió investigando la presencia de criminales de guerra nazis, entre ellos Bormann, el lugarteniente de Hitler. Al respecto, diversos diarios en Estados Unidos, entre ellos The New York Times, señalaron que en 1966 detectives chilenos consiguieron un juego de huellas dactilares de un ciudadano alemán de La Unión, de apellido Keller, y las enviaron a las autoridades de la entonces República Federal Alemana, para establecer si concordaban con las del jerarca presuntamente fallecido en el Bunker, en 1945.
Ese mismo año, las denuncias de los abusos de Schäfer contra el colono Wolfgang Müller, que al fugarse de Colonia Dignidad llegó donde Villegas a contar las violaciones. Sin miedo, el detective fue a interrogar al jerarca alemán en una sala del enclave.
"Me recibió en un salón, con una pistola Walther al cinto y doce guardaespaldas. Negó las acusaciones, me dijo que Müller era sólo un muchacho rebelde que no se ajustaba a la disciplina, y cuando yo le pedí más precisiones me dijo que no entendía el castellano. Era un tipo escurridizo y hábil, y no le pude sacar nada más", relató Villegas a La Nación, en 1998.
Pocos días antes de su muerte, el ex prefecto comentó someramente su lucha contra los nazis en Chile: "Estoy muy viejo ya, a los 100 años ya no se tiene buena memoria", como manteniendo el bajo perfil de su actividad, esa misma que impidió a los espías nazis concretar su más descabellado plan, que era escuchar el mensaje cifrado directo desde Berlín: "Cíclope"... Y partir a dinamitar el Canal de Panamá para controlar Chile y la navegación por el Estrecho de Magallanes.
Pero hombres de bajo perfil como Hugo Villegas, el último cazanazis chileno, lo evitaron.