La Cruz Roja y el Ministerio de Desarrollo Social organizaron un fashion emergency para un grupo de señores sin casa que se hospeda en el Estadio Víctor Jara, en el marco del Mes de la Solidaridad.
Aperradas estudiantes de la academia de peluquería Cebu, les cortaron el pelo y afeitaron a los hombres que no veían una peineta hace rato. El más chascón y desguañangado era Germán Díaz Herrera, un contador auditor de 62 años que lleva tres viviendo en la calle después que unos angustiados drogadictos quemaran el lugar donde vivía en Ñuñoa, según nos contó.
Al recordar se le caen las lágrimas, sobre todo porque tuvo un buen pasar. “Yo llegué a ganar tres millones de pesos al mes cuando fui secretario de gerencia de control de calidad de una empresa que fabricaba loza. También fui jefe de turno de ahí mismo y antes trabajé como faenador de pollos durante 14 años. En la librería Martín Fierro y en Meiggs fui jefe de bodega”, dijo.
El copete fue el combustible del vehículo que lo llevó al abismo, porque llegó a chupar más de dos botellas de whisky al día, y ahora lo sigue haciendo, pero bebe un modesto coñac que vale $600 la botella apodado “Pela Cable”.
Problemas a la presión lo tienen para el gato porque apenas puede caminar y pasa el día tendido en el pasto del bandejón central de la Alameda junto al Víctor Jara, en donde come y duerme durante los meses de frío.
En verano duerme en la calle, entre Providencia y Macul, pero no pide limosna, sino que alimento. Sobre la iniciativa que le permitió lucir como antes de perderlo todo dijo que fue “magnífica”. Luego del corte manifestó que quedó “precioso”.
El trato con los otros indigentes que esperaban su turno en la peluquería ambulante que se instaló en el estacionamiento del estadio es cordial, pero Germán lamenta que muchos sean ladrones y la mayoría ebrios que usan todo el dinero que cae en sus manos para chupar.
Una historia que nos contó lo ubica en 1974, en Rusia, recibiendo instrucción militar junto a un grupo de miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. La misión también lo llevó a Cuba y luego a Chile en donde dice haber participado de la oposición subversiva al Gobierno de Pinochet.
Otra anécdota grafica la holgada situación económica que disfrutó. “Una vez, me acuerdo que para el día de la última pelea entre Muhammed Ali y Joe Frazier (el 1 de octubre de 1975), me atropelló una camioneta roja marca Zastava, quedé en coma, estuve ocho meses hospitalizado y mi hermana me mostró fotos de un féretro que me habían comprado por si me moría. Yo le dije muerto de la risa: ¡Pero cómo me compraste una hueá tan ordinaria de cajón si tengo plata!”.
Lo bueno es que Germán tiene la solución para salir de la miseria absoluta. “En la AFP tengo por lo menos 60 millones de pesos y podría disfrutar una buena jubilación, pero no he hecho nada para sacar la plata”, contó.
Atento a su drama, el ministro de Desarrollo Social, Marcos Barraza, le recomendó ir a la Superintendencia de Pensiones a realizar los trámites, mientras que el contador invitó a las personas que lo conocen a visitarlo en el albergue de calle Arturo Godoy, porque con su familia no tiene contacto, salvo con la hermana que le compró el cajón marca chancho.