Nicolás Olivares (21) puede pasar horas hablando frente a un espejo, pero no porque se le hayan arrancado los enanitos pa’l bosque. Esta es la manera que encontró para practicar el arte de hablar sin mover la boca, una pasión que lo tiene de cabeza hace algunos meses.
Leyendo libros y buscando información en internet, este estudiante de bioquímica se convirtió a puro ñeque en ventrílocuo.
Sabe que le falta lo más importante, su muñeco de madera, pero no se desanima porque se las ingenió para ensayar con la mano. “Puedes pintarla, ponerle un títere o un calcetín. Incluso puedes tomar un teléfono y hacer como que hablas con alguien. Todo sirve”, explica.
No tiene polola ni amigos muy cercanos para mostrarles su grandioso don, el único que ha podido disfrutar de sus mini espectáculos es su hermano chico, quien lo ha hecho pebre con las críticas: “Dice que no me sale, que no me resulta. Está acostumbrado a decirme esas cosas”.
Al Nico le gusta tanto su afición que quiere enseñarle a los demás la técnica.
Por eso hoy, a las 18.30 horas, dará una charla gratuita en el Café Literario Parque Balmaceda de Providencia. “Hay mucha gente que quiere aprender ventriloquía y no lo hace por la plata. Para ellos esta es su oportunidad”, señala.
Este cabro es parte de Cátedras Libres, talleres sin costo donde la gente comparte lo que sabe. "Es como una cadena de favores", cuenta Diego Ramírez, quien junto a Carlos Mancilla, lanzaron el proyecto en junio del 2012.
Estos jóvenes ingenieros dicen que cualquiera puede asistir y dar clases. Sólo basta con contactarlos a través del facebook de Cátedras Libres.
Para los que quieran ir, en los eventos de la página aparecen todas las actividades semanales. Desde lecciones de dibujo a carbón hasta defensa personal para mujeres. Estas últimas son las más concurridas.