Los seguidores de José Pizarro Caravantes, conocido por todo el mundo como el "Divino Anticristo", tuvieron uno de los amaneceres más tristes de sus vidas: el ídolo había muerto.
A las 4.15 horas de ayer, personal de Carabineros llegó hasta Marcoleta 328, en el centro de Santiago, alertados por el llamado de una persona que indicaba que un desconocido se encontraba tendido en la vereda.
Los uniformados llegaron al lugar y constataron que se trataba del personaje que siempre llamó la atención por usar falda y un pañuelo amarrado en la cabeza, como las madres de la Plaza de Mayo.
Eso sí, hace seis años usaba pantalones por razones "estéticas".
¿Qué le pasó al "Divino Anticristo? ¿Iba a la urgencia del Hospital Clínico de la Católica, que quedaba a un par de metros de donde cayó, antes de morir? Eso es materia de investigación y quizás nunca lo sabremos.
La única certeza que hay, es que los artículos que escribió este personaje urbano, siempre con una perfecta ortografía, cautivaron a lectores de distintas generaciones, quienes realizaron una campaña para que recuperara su libertad, cuando su hermano, Ricardo Pizarro, lo internó en una clínica siquiátrica para tratar su esquizofrenia, en el año 2006.
En aquella oportunidad, los asistentes fueron con falda y pañuelo en la cabeza. ¡Salió libre a las dos semanas!
Cabe destacar que el "Divino" había realizado sus estudios secundarios en el liceo José Victorino Lastarria, y los universitarios en la Universidad Católica de Valparaíso, donde estudió literatura, carrera que abandonó para iniciar Computación en Universidad de Chile.
Último adiós
La familia del "Divino" fue la primera en enterarse de su deceso y llegó hasta el Servicio Médico Legal a realizar los trámites correspondientes para la entrega de sus restos mortales.
"Queremos darle una sepultura lo más digna posible a mi hermano. Mucha gente lo quería y era reconocido", señaló Diana Pizarro a La Cuarta.
La mujer agregó que no fue fácil para ellos lidiar con la fama que José alcanzó con sus textos escritos a mano -donde hablaba de política, metafísica y nazismo-, los cuales fotocopiaba para venderlos a $2 mil. "La mirada de un lector a un familiar es muy distinta. Para nosotros ha sido difícil", señaló.
La única pariente viva del también poeta, que se paseaba hace 15 años con un carrito de supermercado lleno de cachureos para vender por los barrios Lastarria, Bellas Artes y Portugal, agradeció a todos quienes querían a su hermano y concluyó que "todos conocían su historia. Ahora sí que él ha de estar bien y descansa en paz".