Vieja obsesión llevó a ingeniero a encontrar primer auto del Padre Alberto Hurtado

En la entrada del Santuario del Padre Hurtado, protegida entre cuatro ventanales, una mítica Ford pick up de 1948 se levanta como el símbolo de la inmensa obra que el "Patroncito" creó en vida.
Pero la camioneta verde no fue el primer vehículo que el jesuita manejó en su camino a la santidad. Existe otro Ford, más antiguo y escondido en un fundo, que tendría hasta las huellas digitales de su santo dueño. Se trata, según el dueño del predio, del primer toco que condujo el santo.
La historia del cacharrito comenzó a reescribirse a mediados de los '60.
HAZAÑA
En esa época, un joven amante de los autos antiguos, el ingeniero Juan Crespo (61), caminaba por el pueblo de Vichuquén, en la Región del Maule, cuando encontró en la plaza un hermoso Ford A coupé, de dos puertas, del '28.
El modelo mantenía todas las piezas y el color originales. Aunque estaba un poco descuidado, todavía andaba. A Juan le brillaron los ojitos. "Hablé con quien parecía su dueño y le pedí que me lo vendiera, pero la persona se rehusó tajantemente. Le hice más de 20 ofertas, pero a todas me dijo que no", rememora Crespo, ahora más gordo y canoso.
El tiempo pasó y Juan quedó pagando, pero con el recuerdo del bólido vivo, casi como una obsesión.
Treinta años después el destino le dio otra chance, cuando paseaba en la Hacienda San Francisco, cerca de Paredones, en la Región de O'Higgins.
Dentro de un galpón, oxidado y lleno de tierra, se encontraba el mismo auto.
Pertenecía ahora a Blanca Montero Sierra, la primera doctora de Chile, tía de Crespo y ferviente católica.
Habló con ella para convencerla de que lo dejase sumar el cacharro a su colección, pero ella le respondió con un no en seco.
"Le pregunté por qué nadie quería dejar el auto y mi tía me comentó la razón: El Ford le perteneció a Luis Alberto Hurtado Cruchaga, quien se lo había vendido a su marido, José Luis Zabala. Ambos eran compañeros de curso y amigos desde cabros chicos", asegura.
- ¿Por qué lo manejaba otra persona?
- Ése era el hermano de Juan Zabala. Cuando su esposo murió, doña Blanca hizo hasta lo imposible para recuperarlo.
- ¿Tiene pruebas de que el auto era del Patroncito?
- Doña Blanca tiene las escrituras, además de varios recuerdos del padre.
- ¿Está muy deteriorado?
- El auto sigue con su pintura original, tal cual como lo usó el padre Hurtado. No quiero que se cometa el error de la camioneta verde, a la que cambiaron hasta el motor para moverla.
- ¿Piensa entregarle el Ford al Hogar de Cristo?
- Yo tengo un compromiso con doña Blanca: Arreglar el auto y hacerlo andar. Por supuesto que lo daría, pero tendría que preguntarle a ella.
J. Pinto/ C. Sanz
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