Mujer detalló la situación que afectó a su hijo de 8 años. “La vida de nuestra familia tiene un antes y un después a partir de ese día, somos una familia quebrada”, lamentó.
Un impactante testimonio compartió una apoderada del Centro Integral Linda Correa de la comuna de Quilpué, en la Región de Valparaíso.
Se trata de una extensa denunciada que publicó en redes sociales y que se viralizó a la pocas horas, debido a la gravedad de los hechos.
Según detalló Patricia, la situación afectó a su hijo autista de 8 años y ocurrió el pasado lunes 23 de mayo.
“Aquel día, a las 11.46 horas, recibo la llamada de la profesora de mi hijo quien me informa que, durante un descuido en el recreo, se había metido a la ducha mojándose, por lo cual había tenido que cambiarlo de ropa. Mientras hablábamos, yo sentía el llanto de mi niño descompensado”, inició en su posteo, compartido hace pocos días.
Luego, recordó que “mi esposo procede a ir a buscarlo, donde es entregado por la profesora, quien le dio la misma explicación. Al llegar a casa notamos que no venían sus cosas, entre ellas la ropa mojada. Marco vuelve a buscarla y solo le es entregado su comunicador. En el transcurso recibo un mensaje: ‘Ya cariño, se me quedó todo aquí…. Todo quedara guardado, la ropa me la llevaré para que no se ponga hedionda’. El martes 24 de mayo, la tía del furgón del colegio me entrega una circular para firmar, que señala que conozco las normas de seguridad del establecimiento y que el beneficio de furgón escolar es gratuito. Hoy entiendo que era un resguardo fríamente calculado”.
“El mismo día la profesora de mi hijo me envía una comunicación, vía libreta, (y escribe) que no había podido enviar la ropa aún, debido a un desperfecto con su secadora. El miércoles 25 nos devuelven la ropa lavada y seca, borrando cualquier rastro de lo sucedido. El jueves 26, alrededor de las 17.30 horas, recibo la llamada de una funcionaria del colegio muy afectada, me dice que se me oculta algo grave y que no soporta que se me esté engañando”, continuó.
Fue en este que la verdad asomó: “Me relata lo que realmente ocurrió el 23 de mayo, que mi hijo habría salido del colegio sin que nadie lo notara, que había caminado solo por la calle hasta llegar un sitio eriazo, cayendo dentro de un estero encajonado con aguas negras y putrefactas, que no saben ni cuándo ni cuánto tiempo estuvo fuera y que para ese día ya lo daban como un hecho superado casi anecdótico”.
“No logro definir lo que sentí en ese momento, pero definitivamente la vida de nuestra familia tiene un antes y un después a partir de ese día, somos una familia quebrada. Estamos viviendo un duelo. No dimos señales en el colegio de que nos habíamos enterado, ya que nunca habría existido intención de decir la verdad”, lamentó.
Luego de contar que una apoderada también le confesó ser testigo del hecho, Patricia dio a conocer la reacción que tuvo junto a su marido.
”El viernes 27 mi marido llama al sostenedor del colegio quien le señala que ya sabía de la situación, que incluso él había estado el lunes en la tarde en el colegio y que iba hablar con la directora. Luego, en la noche, volvimos a llamar y él solo decía ‘ya le pedí un informe a la directora’ y no daba mayores explicaciones ni importancia”, acusó.
Ya el lunes, 30 de mayo, su esposo “procede a acercase al colegio a pedir explicaciones, la directora reconoce el hecho y relata que el niño se salió durante el recreo y que la profesora, en algún punto, se habría dado cuenta luego de no encontrarlo en el colegio”.
“La directora se excusa de no haber cumplido con los protocolos porque ella no supo por qué habían salido corriendo hacia el sitio (...) Al ser cuestionada porque no había avisado a la familia, señala que cuando estaban bañando al niño la profesora le decía ‘no le paso nada, está bien’. Ambas decidieron ocultarnos todos los hechos aludiendo que no era necesario que pasáramos un mal momento”, detalló.
“Necesitamos justicia”
Finalmente, planteó que “me veo en la necesidad de hacer esto público con los costos emocionales que esto implica, aumentando nuestro dolor y revictimización. La Superintendencia tipifica el caso como falta a normas de seguridad y accidentes escolares, minimizando total y absolutamente un hecho criminal”.
“No llamaron a Carabineros, no llevaron a mi hijo a un centro asistencial, inventaron y falsearon información construyendo una coartada, lo desnudaron y lo bañaron aprovechándose de su condición. Él jamás podrá contármelo, qué vivió o sintió. Yo lo seguí enviando tres días sin saber a lo que había sido sometido. Me sentí burlada. Hoy nos vuelven a vulnerar con un comunicado en que definen los hechos como un hecho desafortunado y que mi hijo se encontró en perfectas condiciones (...) Nosotros perdimos toda confianza y necesitamos reparación y justicia”, cerró.