Wachiturros a pila la descosen tirándose pasos para Navidad

No dicen "estái nítido" ni pueden depilarse solitos las cejas con una navaja, pero son igual de facheros y secos para tirarse pasos con chiquillas que los verdaderos wachiturros.

La última chupá del mate en regalos navideños en el barrio Meigg son unos guapos de unos 40 centímetros con corte sopaipa y ropita de nailon hecha en Taiwán. Un obsequio connotado para los bellacos con piercing en la lengua y mejillas, zapatillas que se mueven solas y pantalones nevados.

"Estos bailan más que yo y por menos lucas", asegura Cristián Alvarado, el turro que los comercializa en Meiggs con Salvador Sanfuentes y que tiene locos a los transeúntes con cada sensual movimiento de los peluches con blin blin.

"Están muy bonitos. Me dan risa porque ahora inventan cada cosa", dice Rosa Figueroa, mamita que se llevó dos para sus hijos Juan Pablo y Vicente, de 5 y 7 años.

ALETEO

Los monos sensación del bloque, que cuestan 5 lucas y funcionan a pilas, se ponen a aletear con un solo apretón en las manos mientras suena una profunda canción que dice: ¡Alerta, alerta! ¡El pato espera en la puerta!

"Son más wachiturros que los mismos wachiturros que los venden", agrega Cristián Alvarado, quien vacila con cada movida de cachete de la pareja y sus otras dos joyitas de lujo que ya están en el mercado: un tubito de esponja que lanza agua a presión (a sólo luquita) y una alcancía de chanchito que imita a Ricardo Montaner al meterle una sola monedita.

"Bailan bacán los monos. A mi polola le va a encantar, porque todos los días ve a Los Wachiturros", dijo Jorge Guerra, un feliz comprador que no dudó ni un segundo en desembolsar una Gabriela al ver esta obra de arte de la juguetería.

Y tiene que tirarse unos pasos rápido para comprarlos, ya que, según sus vendedores, las unidades son limitadas.

"Sólo hoy he vendido unos diez monos. La estamos puro llevando", contó Alvarado.

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