Gabriel Biggs arrendó su palacete originalmente para una fiesta familiar de Año Nuevo de 7 personas, pero después quedó blanco al cachar que su arrendatario metió a más de 150. Anunció acciones legales contra el organizador de la jarana.
El pasado Año Nuevo el país quedó impactado al enterarse que un grupo de irresponsables no encontró nada mejor que organizar un carrete como si el mundo se fuera acabar en Zapallar, con más de 150 personas en una casa familiar donde con suerte podrían estar 10 personas.
En la jarana, donde posteriormente se supo que estuvieron dos hijos de la diputada Ximena Ossandón, se rompieron todos los protocolos sanitarios e incluso la subsecretaria de Prevención del Delito, Katherine Martorell, recalcó que tras la fiestecita los casos en Zapallar aumentaron un 307%.
Pero a uno de los que golpeó fuerte el hecho fue al dueño de la casa donde se realizó la fiesta, Gabriel Biggs, quien arrendó su palacete para un carrete de Año Nuevo para 7 personas.
"Voy a tomar acciones legales, porque no quiero que se repita más, esto tiene que servir de ejemplo a nivel nacional y ojalá mundial", aseguró el dueño de la casa a TVN.
Biggs indicó que el arrendatario sería el piloto de rally Samuel Israel, quien en el contrato que firmaron se habría comprometido a dar cumplimiento a todas las reglas sanitarias por el Covid-19.
"Cuando me llegan todas estas informaciones gravísimas llamo al arrendatario que no me contesta, y todo son intercambios de mensajes. Él me asegura que no fue tanta gente, y que hubo dos fiestas más y que probablemente se confundieron los vecinos de donde vino el ruido".
Un asco
Biggs indicó que Samuel y los presentes borraron todo tipo de registro de lo que sucedió en su hogar.
"La persona que va a hacer el check in y check out de mi casa, cuando entró dijo había tanto vómito por toda la casa que tuvieron que entrar tres personas a limpiar y sanitizar toda la casa", señaló Gabriel sobre las condiciones en las que quedó su propiedad.
Gabriel Biggs afirmó que estos hechos son muy irresponsables, que no se pueden perdonar, y que esto debe servir de ejemplo, "es un tirón de orejas bien fuerte".