La edición 23 del icónico concurso de literatura culminó con una premiación que se realizó la tarde del 24 de julio, en la ceremonia destacaron a 12 finalistas. Conversamos con la autora de “Contaminación”, una peculiar historia que describe sin tapujos la oculta labor de quienes asean las habitaciones del amor.
El miércoles 24 de julio, se realizó la ceremonia de premiación de la XXIII edición de Santiago en 100 Palabras, presentado por Escondida y Fundación Plagio. Un evento en el Teatro Oriente junto a la Fundación Cultural de Providencia que contó con la participación de Néstor Cantillana en la lectura dramatizada, la musicalización de la Orquesta Comunitaria Metropolitana y la animación de Martina Orrego.
Entre la selección de los 12 relatos ganadores de este año -que serán exhibidos en paraderos de microbuses y redes sociales- destaca el premio a Talento Mayor, que lo ganó Ana María del Río de 75 años, de Las Condes, por su cuento titulado “Contaminación”.
En conversación con La Cuarta, la autora confesó que cuando le avisaron que era finalista no podía creerlo: “No me lo esperaba en lo absoluto, ha sido un exquisito regalo sorpresa, de verdad estoy muy contenta porque soy escritora, pero también soy alumna de un taller que nos especializamos en micro ficción contemporánea, y esto fue trabajo de taller, pero muchas chicas del taller habían concursado, y hace como cuatro años una salió nominada y fue también muy bueno, la profesora estaba muy contenta”.
“Saqué experiencias de dos amigas”
Ana María nos contó que escribir este relato le costó mucho, ya que ella es de narraciones más largas: “Tengo varias novelas que han ganado algunos premios, pero esto lo aprecio mucho, porque me cuesta la micro ficción, el intentar algo en corto es muy difícil, es una técnica distinta”.
Sobre la particular historia de su cuento, que revela el crudo trabajo de quienes hacen el aseo en moteles, confidenció: “Saqué experiencias de dos amigas que he tenido en muy distintas épocas de mi vida”.
“En una ida a Cancún, que me había operado recién y no podía tomar, si uno va a Cancún y no chupa uno no puede hacer nada, jajaja; entonces me dediqué a estar ahí más tranquila y me hice amiga de la chica que hacía los aseos de las piezas, y me contó unas cosas… ¡yo habría podido escribir una novela con la vida de esa chica! Es increíble lo que los hacen hacer. Era una chica muy inteligente, preparaba las piezas a fondo y reutilizando cuestiones imposibles de reutilizar, poniendo cosas arriba de los hoyos, de las cosas gastadas”, señaló.
Y agregó que: “La otra amiga que tuve, era una compañera de colegio, un día me llamó llorando que se iba a separar, me contó una historia que te prometo es imposible de creer, el marido era super avaro y la obligada después de cada coito a lavar el condón como si fuera un calzón de guagua de goma, a ponerle talco y secarlo para rutilizarlo. Yo dije ‘si alguna vez lo cuento, será muy raro porque va a ser un cuento malo por lo increíble’, entonces lo uní con la otra historia, y así salió el cuento de 98 palabras”.
“Si no sufres no puedes escribir”
Ana María, de alguna forma, ¿con esta historia también quiso destacar esta labor oculta?
Sí, sobre todo en los resort mexicanos, porque es una zona muy impresionante llena de leyendas bien oscuras, uno no lo ve cuando viaja, al turista le muestran lo que ellos quieren que uno quieren que vea, entonces fue un viaje muy provechoso dentro de que no podía chupar (ríe). El trabajo de las personas que nadie ve, que nadie saluda en los pasillos, son invisibles y son las que mantienen en pie un hotel, un resort... y dejan la pieza lista para el amor, o puede no ser amor.
¿Cuál sería su consejo para las personas que desean escribir pero no se atreven por diferentes motivos, como la edad por ejemplo?
Yo creo que hay que seguir la receta Ernest Hemingway, atrévete a escribir mal, atrévete a escribir una página asquerosamente mala y botarla a la basura, y escribir otra. Siempre digo ‘no le tengas respeto a la palabra escrita’, no hay que escribir bonito, si tienes que repetir 500 veces la palabra ‘mesa’, la repites y queda muy bien porque estás sacando lo que tienes dentro. Y para escribir sufre, porque si no sufres no puedes escribir, a las personas que nunca les ha pasado nada terrible no pueden escribir, conozco a algunas, sobre todo jóvenes, a quienes no les ha pasado nada excepto que se les revienta la rueda del auto, y con eso no pueden escribir. Hay que pasarlo mal un rato... pero ese consejo es medio oscuro, no sé si lo quieres poner (ríe).
Me parece interesante porque varios artistas coinciden en eso.
Claro, creo que sufrir y atreverse a escribir mal son las dos recetas, porque lo perfecto no se mueve, y la escritura es movimiento.
Todos los cuentos ganadores ya están disponibles en el sitio web www.santiagoen100palabras.cl y redes sociales de @santiagoen100palabras.