A 83 años del primer título de la “U”: la ruta del “Romántico Viajero” para cambiar la historia

El primer plantel campeón.

Los primeros dos años en el profesionalismo fueron durísimos para la “U”. Un último lugar en 1938 y otro séptimo en 1939 deberían ser suficiente para ilustrarlo. Pero en su tercera participación, los azules sorprendieron. Con el notable “Pulpo” Simián bajo los tres tubos y el “Cañón” Alonso como punta de lanza, se las arreglaron para dar su primera vuelta y romper la hegemonía de Magallanes y Colo Colo.

Hoy, hace ochenta y tres años, el 8 de diciembre de 1940, Universidad de Chile dio la primera vuelta olímpica de su historia. Aunque a decir verdad no es un título que muchos recuerden, al contrario. Normalmente cuando a un hincha azul se le pregunta por algún equipo que lo haya marcado a fuego, la memoria lo traslada a 1994, a los héroes que en los pies de Patricio Mardones rompieron la maldita sequía de veinticinco años. O a 1996, cuando la sociedad Leo Rodríguez, Huevo Valencia y Matador Salas ltda. los hizo soñar con América. Más atrás en el tiempo están los que pudieron disfrutar del Ballet Azul, como se denominó al plantel que hizo de la “U” un equipo grande, o los que perpetúan esas historias de Leonel y el “Tanque” que les contaron sus padres y abuelos. Y de seguro la mayoría mencionará la aceitada máquina que hizo funcionar Jorge Sampaoli, a la que compararon con el Barcelona español, guapeó en toda Sudamérica, le metió cuatro y cinco a su archirrival y obtuvo un inédito tricampeonato.

Pero nadie hablará de los que lo iniciaron todo. Es, sin quererlo, un campeonato olvidado en el tiempo.

Claro, hay una explicación lógica detrás: apenas existe información de ese certamen. Se saben algunas cosas —resultados, goleadores, tabla de posiciones— y se intuyen otras, pero por supuesto, al margen de algunas fotografías en mal estado, no hay un cúmulo de material gráfico a disposición como viene ocurriendo desde hace unas décadas. En resumen, las estiradas de Eduardo Simián o los goles de Víctor “Cañón” Alonso, pilares del once que dirigía Luis Tirado, son parte de un relato hereditario que se mantiene vivo con base en la creencia popular azul.

La primera estrella de azul

El camino empezó en la cancha de Carabineros, casualmente ante Colo Colo, próximamente su rival por antonomasia, el domingo 12 de mayo. Un dato no menor es que, para entonces, la Segunda Guerra Mundial iba por su octavo mes y el presidente Pedro Aguirre Cerda, representante del Frente Popular, histórico radical, había declarado abiertamente la neutralidad de Chile. Había por lo menos esa tranquilidad.

En el plano futbolístico, la “U” se inclinó por la mínima. Y si bien vendió cara su derrota frente a un candidato, el inicio, al igual que los últimos dos campeonatos, no se adivinaba sencillo.

Aunque su origen se remonta a mucho antes —los historiadores azules se debaten entre 1911 y 1924 como su fecha fundacional—, el “Romántico Viajero” recién compitió en la élite del fútbol chileno desde 1938, no sin antes acercar una solicitud para incorporarse a la liga profesional y jugar un partido de prueba ante Audax Italiano para demostrar su valía. Es decir, llevaba tan sólo un par de años en una primera división que dominaban Colo Colo y Magallanes sin mucha oposición. En su primera temporada remató último de entre siete equipos con seis puntos —dos victorias, dos empates y ocho derrotas—, mientras que en 1939, ocupó la séptima posición —ocho victorias, cuatro empates y doce derrotas— ya con diez participantes.

Pero eso estaba por cambiar.

Otra postal de los campeones.

Después del debut, los azules no supieron de derrotas por el resto de la primera rueda. El recuento es el siguiente: seis triunfos —sobre Bádminton, Green Cross, Audax Italiano, Santiago Morning, Unión Española y Universidad Católica— y dos empates —Santiago National Juventus y Magallanes—.

En el segundo semestre, aunque mantuvo el tranco victorioso, el elenco universitario nuevamente cayó ante el “Cacique” y tampoco pudo con Universidad Católica y Green Cross. De modo que a pesar de su sorprendente campaña, llegó a la última jornada con la obligación de ganar para quedarse con su primer título.

El domingo 8 de diciembre de 1940, en el Estadio Nacional, Universidad de Chile se sirvió de esa primera opción y de entrada se impuso por 2 tantos contra 0 a Santiago National Juventus. Víctor Alonso a los 19 minutos y Abanés Passalacqua a los 24, sus dos principales armas ofensivas, firmaron la alegría azul.

Así las cosas, con 12 triunfos, 2 empates y 4 derrotas, un total de 26 puntos y un rendimiento del 72,22%, la “U” conquistó la primera de las dieciocho estrellas que presume actualmente y que lo convierten en el segundo club más laureado a nivel nacional. Más números de la campaña: el equipo que dirigía Luis Tirado marcó 46 goles y recibió 31. Víctor Alonso fue el MVP absoluto tras matricularse con 20 anotaciones en 17 partidos. Lo siguió su compañero allí arriba, Abanés Passalacqua, con 12 tantos en 18 encuentros. Otros jugadores decisivos fueron Eduardo Pulpo Simián, por cierto la valla menos batida, el defensor por izquierda Francisco Las Heras y el delantero peruano José Balbuena.

Por desgracia, para que los azules volvieran a cobrar protagonismo debieron esperar más de una década. En 1955 y 1957 fueron subcampeones. Empezaba entonces a asomar el Ballet Azul, que entre 1959 y 1969 consiguió dar seis veces la vuelta olímpica. Después, se sabe, vinieron los veinticinco años malditos y la nueva “U” de la mano del Doctor Orozco. El despertar en los noventa, la quiebra en 2006 y el arribo de Azul Azul. Jorge Sampaoli, la Sudamericana, el tricampeonato, dos semifinales de Libertadores. Y un período más agraz que dulce, que los últimos cinco años vieron al “Romántico Viajero” hundido, a punto del nocaut, en los puestos de abajo o derechamente coqueteando con el descenso.

Mañana, a las 18 horas, la escuadra universitaria tendrá una oportunidad para empezar a revertir el mal momento. Las posibilidades son remotas, pero están ahí. Un triunfo del cuadro que ahora dirige Mauricio Pellegrino —en el que seguramente será su último partido— y las derrotas de la UC y Magallanes le permitirían regresar a torneos internacionales. Aunque, parafraseando el mea culpa del capitán archirrival, parece demasiado premio para esta campaña.

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