Ámbar Figueroa Rollino es la promesa del fútbol femenino, tiene 11 años y es porteña. Apenas comenzó a caminar ya hacía goles. Con sólo dos primaveras su papá, Esteban, se dio cuenta que la pequeña tenía aptitudes. Hoy la pequeña juega en la Sub 17 de Santiago Wanderers y es preseleccionada de la Sub 15 de la Roja.
Ámbar Figueroa come, duerme y respira fútbol. Una vez que toma un balón ya no hay forma de que lo suelte, porque su mundo gira en torno al esférico. "Mi papá empezó a motivarme de chica, siempre me pasaba pelotas y después en el patio de la casa entrenábamos, con conos y esas cosas", cuenta sobre su romance con la pelotita, que ahora la tiene como la jugadora más chica de la Sub 17 de Santiago Wanderers con sólo... ¡11 años!
Y como si eso no bastara, el fin de semana pasado se dio el lujo de hacerle un gol a Everton, su clásico rival, partido que empataron a dos.
"Cuando chica venía al estadio con mi papá a ver al Wanderers y ahora yo juego por Wanderers como mediocampista, es algo increíble", agregó la menor, que también ya fue vista por el cuerpo técnico de la Sub 15 de Chile y la tiene como carta segura.
Pero el camino no ha sido fácil. El fútbol femenino aún está en pañales, de hecho, por más que buscaron escuelas femeninas para Ámbar cuando tenía 5 años, sólo encontraron una en Peñablanca, a casi 45 minutos de distancia de su hogar en Playa Ancha, por eso su padre la entrenó en casa.
"Siempre jugábamos en el patio, le pegaba bien a la pelota, tenía buen control y le enseñé dentro de lo que podía, pero ella es muy perseverante. Pese a que uso silla de ruedas, me hacía el ánimo para jugar y antes de que llegara del colegio le tenía todo listo, si hasta me compré guantes para agarrarle los penales, tanto era su fanatismo que me hizo tira una silla", dice Esteban Figueroa, que saca pecho por la lola.
En su Instagram (@a_figueroa10) hace varios años muestra sus jugadas. Da igual si los rivales son varones, mujeres o más grandes, Ámbar no se achica ante nada y siempre tiene algún truco guardado.
Por eso los elogios se multiplicaron tras el gol al Ever, aunque ella se lo toma con calma. "Apenas me tocó entrar, me llegó el primer balón y recordé lo que mis papás me decían que en un clásico siempre habrá una rivalidad grande, entonces me podían pegar patadas. Como yo soy más chica tenía que controlar y dar al tiro el pase, no tener tanta conducción, pero después cuando me fui asociando más al juego, salió la oportunidad del penal, agarré al tiro la pelota, le pegué y salió el gol. Un gol en un clásico, con harta gente, es algo inexplicable, porque yo teniendo tan poca edad, con 11 años en una Sub 17, uff".
La familia también ha jugado un rol especial, ya que siempre han intentado fortalecer las habilidades de la niña, que ya estuvo en la "U" entrenando durante unos meses, al igual que en la escuela de Fútbol de Carlos Muñoz.
Lo mejor que tiene es el control orientado, la pegada de media distancia y la gran visión de juego, que hace que actualmente entregue seis años de ventaja a sus rivales.
- ¿Te ves jugando en la Roja?
Ahora estoy esperando que me llamen, hicieron pruebas en la Sub 15 y me invitaron. Me dejaron junto a otras niñas en la preselección, tengo que ir en agosto para saber la respuesta y representar a Chile.
- ¿Qué te gustaría para tu carrera?
Salir campeona en Wanderers en la Sub 17, después irme a un club como la "U" o Colo Colo, salir al extranjero, llegar a la selección chilena y, no sé, ganar un mundial. Ahora, cuando estaba el mundial femenino yo miraba la tele y pensaba con harta fe que yo tengo que estar ahí, jugar con la 'Tianne' Endler y sus jugadoras.