La atleta, que se desempeñó profesionalmente entre 2000 y 2010, volvió a los entrenamientos hace un par de años. En principio, para reencontrarse con una vieja pasión, pero con el paso del tiempo, se convenció de competir. Ahora, su objetivo es lograr un podio en el Sudamericano de Atletismo Master de Lima.
Ahora que restan apenas algunas horas para que inicie formalmente Santiago 2023 —con el estreno del grupo B de béisbol en el recinto edificado especialmente para la disciplina en Cerrillos—, de seguro a Mariela Sepúlveda la asaltan, aunque sea por unos pocos minutos, los recuerdos, la nostalgia. Tal vez haya allí también algo de pena. Después de todo, representar a Chile en unos Juegos Panamericanos era uno de sus sueños concretos. Eran palabras mayores: se trata de un evento multidisciplinario de nivel internacional que no es para cualquiera. Para ella, sin embargo, por los atributos y la capacidad que exhibió a lo largo de su derrotero, parecía estar al alcance.
Corredora desde el 2000, Sepúlveda compitió un largo listado de torneos de Atletismo, pero nunca pudo probarse en un certamen de estas características. “Siempre tuve oportunidad de poder haber ido a un Sudamericano, un Iberoamericano o un Panamericano”, reconoce ella. ¿Qué se lo impidió? En principio, las malditas lesiones. Y luego, la concreción de otro sueño. Uno que en definitiva la terminaría alejando del deporte.
Al menos por un tiempo.
“Cuando conocí a mi esposo, de nacionalidad argentina”, cuenta la atleta al diario pop, “se trajo a su padre a vivir aquí a Chile. Era muy de edad, de ochenta años. Y él me comenta que le hubiese gustado mucho que su papá conociera un nieto”.
Claro, el suegro de Mariela padecía Alzheimer y, por si fuera poco, su cuñada no podía tener hijos. Entonces, conmovida y muy enamorada, la deportista nacional resolvió cumplir el anhelo de Hernán, su marido: así, en 2010, nació Gael. “Mi suegro pudo conocerlo, estuvo dos meses con él, y luego falleció”, recuerda ella. Dos años más tarde llegó Tiziano, y fue entonces que Mariela se decantó por formar su familia y dedicarse por completo a ello.
“Ahí todo mi sueño deportivo quedó desplazado absolutamente”, resumió.
Pero desde hace un tiempo eso cambió. Aunque la idea inicial era el disfrute, reencontrarse con el deporte, fue cuestión de unos meses para que a Sepúlveda la picara el bichito de la competición. Y ahora, a falta de un mes, con los campeonatos nacionales de 100 y 200 metros a cuestas y un vicecampeonato en 400, ultima la preparación para cerrar su propio círculo: representar a Chile en el Sudamericano de Atletismo Master de Lima.
Con 41 años y dos hijos, la profesora de Educación Física y entrenadora de Atletismo, revela a continuación todo lo que conlleva ese proceso —horarios terribles, un compromiso sin igual— aunque agradece el apoyo familiar y tener una nueva oportunidad.
—Nunca abandonaste tu sueño… ¿En qué momento decidiste volver a competir?
Yo siempre con el deporte, porque soy profesora de Educación Física, soy entrenadora de Atletismo desde el año 2005 en distintos colegios. Siempre la pista me llama. Me llama mucho la atención y es en donde soy feliz. Entonces, siempre entrenaba por mi cuenta. Pero hace dos años, en el 2021, hablé con mi amigo que también es entrenador, para que me pudiera entrenar él, y para ir de a poco volviendo a las pistas. Más que nada como recreación. Yo necesitaba volver a encontrarme conmigo misma, y volverme a encontrar con el deporte, con el atletismo. Y así es como empecé, de a poco, a entrenar, muy de disfrutar, y este año empecé a competir. A tomarle el gusto cada vez más a competir y a mejorar las marcas.
—¿Y cómo surge lo del certamen?
Me dijeron que hay un circuito que es el Master de Atletismo, donde personas mayores de 30 años y 35 años pueden empezar a competir por categorías. Estamos todas más o menos a la par: muchas somos mamás, muchas trabajamos, muchas tenemos otras cargas, por lo que no nos podemos dedicar cien por ciento al deporte. Y por eso, me metí en este circuito de Atletismo Master, donde me empezó a ir muy bien. Empecé a mejorar mis marcas de temporada, no comparándome con antes sino con marcas de la temporada, y empecé a ver resultados. Me empecé a sentir bien y a disfrutar. Ahí es donde nace todo esto de empezar a poder salir a Mundiales, y en este caso, que es el más cercano, el del 19 de noviembre, que es el Sudamericano Master, en Lima. Desde ahí nace esto, y he visto que he tenido el primer o el segundo lugar en muchas pruebas. Soy campeona nacional actualmente en 100 metros, 200 metros y vicecampeona en 400 metros planos.
—¿Y qué significa para ti, a tus 41 años, representar a Chile en el Sudamericano de Atletismo Master de Lima?
Es un esfuerzo, porque yo trabajo todo el día. Desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde, y luego, desde las seis de la tarde comienzo a entrenar hasta las ocho, ocho y media de la noche, todos los días. Ha sido un esfuerzo, en donde he tenido que dejar de lado a mis hijos a esas horas para poder cumplir mi sueño. Ellos lo saben, yo les he preguntado porque ya tienen 11 y 13 años, y ellos están felices de que su mamá sea feliz, porque lo son también así. Es un esfuerzo grande pero que tiene mucha recompensa.
—Tienes dos hijos, eres profesora de colegio. ¿Cómo haces para compaginar tu trabajo, tu vida como madre y los entrenamientos?
Con mucho sacrificio, con mucha ayuda. La ayuda de mi esposo, que está con los niños en la tarde, les ve las tareas o ve otras cosas respecto al colegio hasta que yo llegue. Y con mucho sacrificio, porque también llego súper tarde a la casa, tengo que cocinar o tengo que ver las cosas de los niños que mi esposo no pudo ver. Y levantándome temprano al otro día... Es sumamente difícil pero se puede. Si no tuviera el apoyo sería mucho más difícil y a lo mejor no lo haría, pero con el apoyo de mi entorno, de mi entrenador que me apaña en las tardes, de mi esposo, se hace un poquito más fácil.
—¿Cuál es el rol que juega ahí tu familia?
Mi familia principalmente me apoya psicológicamente. Mi esposo está full motivándome siempre. Mis hijos también: ellos están felices con mis logros, me apoyan cien por ciento. Ellos ya saben y tienen interiorizado que su mamá es atleta, y que su mamá entrena a esas horas. Y cuando les pregunto si quisieran que su mamá cambiara, ellos lo primero que me dicen es que nosotros queremos que tú seas feliz, y si tú eres feliz en la pista, nosotros también lo somos.
—¿Cuáles son tus desafíos? Digamos, qué te propusiste para el Sudamericano.
Mis desafíos para este Sudamericano en Lima son, en los 100 y en los 200 metros, dar lo mejor de mí, mejorar mis tiempos, mis marcas. Pero principalmente, en donde me ha ido mejor, que son los 400 metros, sí o sí bajar mi marca, y viendo los resultados de las otras niñas que también van, de otros países, es poder tener un podio en esa prueba. También vamos con una muy buena posta, 4x400, que tiene todas las ganas y toda la proyección de que va a ser podio sí o sí. Y ojalá un primer lugar.
—¿Qué ha sido lo más difícil de todo este proceso? Entiendo que esperas la ayuda de un patrocinador para seguir compitiendo.
Lo más difícil de todo siempre va a ser, en este caso, un patrocinador. Porque lo que es el torneo Master, todo es pagado por uno. Desde la indumentaria, la ropa que te exigen, que tiene que tener el logo de Chile, de la federación, que tiene que ser un color específico. Todo eso es costeado por uno. Los viajes, la estadía. Y todo va sumando. Al final son muchos, muchos, muchos millones que en un Sudamericano se tienen que gastar, cuando por ejemplo, el Sudamericano de Lima es al lado, en el país vecino. Imagina: pensando en el Mundial de Suecia del próximo año, son muchos más. Y en donde ahora, en este minuto, me es imposible ir por la falta de recursos. Eso es donde más uno topa, y es donde más necesita poder tener ayuda de un patrocinador.
—¿Cuál es el mensaje de tu lucha, de este sueño que estás intentando cumplir?
El principal mensaje es que todo se puede. Y que cuando uno lucha por sus sueños, se pueden cumplir. A lo mejor las metas son a veces inalcanzables, cuestan y en el camino uno tiene altos y bajos, y hay veces que las lesiones te tiran para abajo, o el apoyo no es el que uno busca. A lo mejor en el trabajo también te puede costar. Pero se puede. Se puede si tú quieres, se puede lograr lo que tú quieres. Se puede con constancia, con sacrificio, pero si te gusta, hay que seguir luchando por el sueño.
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