Es una tendencia cada vez más común: decenas de exatletas olímpicos, por problemas financieros u otros motivos, ponen a la venta sus preseas. ¿La más cara? 1.5 millones de dólares.
Hasta seis cifras alcanzó la venta de una medalla en las vísperas de Tokio 2020. Se trata de una presea de plata correspondiente al primer lugar de los Juegos Olímpicos modernos de Atenas en 1896 (en aquel período no existía todavía la dorada) y se vendió por 180.111 dólares: casi 140 millones de pesos.
Así lo confirmó RR Auction, la casa de subastas con sede en Boston que gestionó la venta. Pero no gestionó sólo esa: también vendieron una medalla de plata en tiro de los Juegos Olímpicos de 1900 en París por "apenas" 1.283 dólares, y una medalla de bronce de los Juegos de Invierno de 1956 en Cortina d'Ampezzo (Italia) por 3.750 de la moneda estadounidense.
Ciertamente el valor sentimental es incalculable, pero las necesidades muchas veces también lo son. Es por eso que en ocasiones las medallas olímpicas, esas que se consiguieron representando a todo un país, después de un tiempo arriban como principal novedad a las casas de empeño y subastas.
De hecho, tal como suele pasar con monedas raras, revistas antiquísimas o artículos deportivos utilizados por rostros famosos, las medallas se han convertido en una verdadera obsesión para los coleccionistas.
El vicepresidente ejecutivo de RR Auction, Bobby Livingston, quien además fue el encargado de negociar la venta de las medallas el pasado 22 de julio, sostiene que se tratan de "un objeto de colección de nicho".
Y cada vez es más común verlas a la venta. Unos para enfrentar dificultades económicas, otros para recaudar dinero para obras de caridad. Razones hay muchas, pero ya son decenas de exatletas olímpicos los que han decidido vender sus premios.
Sin ir más lejos Bill Russell, una leyenda de los Boston Celtics y de la NBA, notificó que subastará su medalla de oro de los Juegos Olímpicos de 1956 en los próximos meses. En ese entonces, era el capitán del equipo de básquet de los Estados Unidos.
"He decidido vender la mayor parte de mi colección", anunció Russell tanto en Twitter como en la página web de Hunt Auctions, una casa de subastas situada en Exton, Pennsylvania.
https://twitter.com/RealBillRussell/status/1418222988520923142
Entre sus más preciados recuerdos, venderá la medalla de oro, anillos de campeón de la NBA e indumentaria del cuadro de Boston.
Importa el nombre
Aunque en las medallas obtenidas en los Juegos Olímpicos, no se graba el nombre de sus ganadores, según los expertos, el nombre sí importa.
Y para graficar, basta con mirar los números: de acuerdo a los datos de RR Auction, una medalla de oro perteneciente a un miembro no identificado del equipo de básquetbol de Estados Unidos de 1984 se vendió por 83.188 dólares (poco más de 64 millones de pesos chilenos).
Pero eso no se compara al millón y medio de dólares que desembolsó un coleccionista en 2019 para pagar la medalla de oro que obtuvo Jesse Owens en las Olimpiadas de 1936 en Berlín. Es la venta récord, de hecho, entre los artículos olímpicos.
https://www.youtube.com/watch?v=QJG6duYxpMY
Hay también otras limitantes. Además de la historia, de su portador, también es sumamente importante el estado de la presea: los coleccionistas miran si conserva su cinta original o si viene con un estuche.
Otro elemento que podría reducir su valor es cuando la medalla no tiene grabado el deporte en el que fueron ganadas, situación que solía ocurrir.