El clásico fue interrumpido por personal de la Anvisa que buscaba deportar a cuatro seleccionados argentinos. Uno, al parecer, llevaba una pistola.
Apenas cinco minutos y diez segundos marcaba el cronómetro del compromiso que sostenían Brasil y Argentina, la revancha de la última final de Copa América, el superclásico del continente, cuando irrumpieron en el campo cuatro fiscales de Anvisa (Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria).
El personal frenó el partido y uno de ellos, con un acta en la mano, intentó explicar que tres de los jugadores argentinos que estaban disputando el encuentro (Emiliano Martínez, Cuti Romero y Giovani Lo Celso) y otro que no fue ni al banco (Emiliano Buendía), debían abandonar el estadio… y el país.
Un escándalo que pronto se transformó en portada de todos lados. El choque más importante de este lado del mundo culminó, así, de una manera insólita. Y a la espera de una resolución.
Pero, algunas horas después, siguen conociéndose detalles del papelón.
Un hombre armado
Uno de los agentes involucrados en la suspensión del cotejo llamó la atención particularmente por un motivo: vestido con una polera negra, incluso se empujó con algunos de los futbolistas rioplatenses.
Según el diario argentino Olé, ese hombre ingresó al Arena Corinthians portando un arma de fuego…
"Envuelto en medio del show que montó la ANVISA, este agente, quien no está claro si integra o no dicho organismo o si pertenece a alguna fuerza u otro ente de seguridad, habría ingresado armado al campo de juego", informaron.
Y explicaron: "En uno de sus bolsillos tenía unas hojas que, según trascendió, contenían un acta que supuestamente avalaba su accionar en el estadio en pleno partido, y del otro costado del pantalón se vislumbra un artefacto que parece ser un arma".