Campeón de boxeo amenaza con asesinar a su próximo retador

En 1985, cuando ya iba la cuarta parte del incombustible Rocky, más que la pelea del "Semental Italiano" contra el gigante ruso el público siempre recordará la muerte de Apollo Creed, a manos del rubio interpretado por Dolph Lundgren.

Quizás por lo mismo, cuando la realidad supera a la ficción arriba de un ring la piel se pone tanto de gallina. Y, por lo mismo, se entiende tan bien el escándalo que produjeron las palabras de Deontay Wilder, quien dijo que deseaba sumar "un muerto" a su palmarés.

Sin medir el impacto, como sucede con sus puños en el cuadrilátero, el campeón mundial del peso pesado en versión del Consejo (CMB), no se guardó nada. "Quiero que haya un muerto en mi palmarés. Quiero uno, de verdad", dijo Wilder en la entrevista a radio The Breakfast Club, que fue mil veces repetida más tarde por diversas cadenas de radio norteamericanas.

Sin piedad

Hasta ahora, Wilder se ha convertido en una verdadera máquina de golpear. Pero además de la fiereza, el moreno se ha hecho un cartel por la locura que se apodera de él cuando entra a combatir.

Y esa "cadena cortada" también la mantiene al bajarse. Por algo sonó aún más cruda su advertencia de muerte que pregonó. "Le digo siempre a la gente que cuando me subo a un ring soy el 'Bombardero de Bronce' (su sobrenombre), y cuando subo allí, estoy loco, no cuenta nada más ni siento compasión por el ser humano que está ante mí", dijo elboxeador, que registra un impecable palmarés de 40 peleas invicto desde que es profesional.

Lo peor es que, justo en la antesala de una pelea donde se pueden unificar los cinturones, el "Bombardero de Bronce" ya tiene un antecedente sanguinario. El 2016, en su pelea ante el polaco Artur Szpilka, al que batió KO en el noveno asalto, pensó que lo había matado. "Cuando le tumbé, no respiraba, y pensaba de verdad que estaba muerto", dijo casi con entusiasmo.

Mientras el presidente del CMB, Mauricio Sulaimain, anunció que se vendrá una sanción contra Wilder por sus desubicadas amenazas, el mundo del boxeo recordó las más emblemáticas muertes de púgiles que partieron de este mundo producto de los combates.

Los nombres desfilan por diferentes ciudades, años y cuadriláteros, pero el más recordado es el caso de Duk Koo Kim, boxeador coreano que tras recibir 39 golpes consecutivos de Ray Mancini no sólo cayó a la lona, sino que también entró en coma. Cuatro días después de la pelea, el asiático perdió la vida.

COMPARTIR NOTA