El "Clan Rojas" no se baja del ring y sigue en la pelea

La familia de Freddy Rojas, ex boxeador que disputó dos títulos mundiales, tiene un nuevo heredero que se apronta a debutar. Además, planea reabrir su escuela en La Legua.

Son las 18 horas y en el portón del Gimnasio del Club de Boxeo Huemul Franklin, está Freddy Rojas junto a su hijo homónimo de tan solo 15 años, que por fin se decidió a seguir la senda de su padre y también cumplir el sueño de su abuelo, Julio.

Como Freddy papá (49) es una leyenda del pugilismo nacional, los transeúntes lo reconocen y un fanático le grita "grande, campeón". Pero el otrora monarca de Chile de peso medio mediano ligero, o welter junior -63.5 kilos- y también retador en dos ocasiones al título mundial de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) ni siquiera se da cuenta del pequeño homenaje urbano.

Es que Rojas sólo está concentrado en su vuelta al mundo del box, motivado por conservar el recuerdo de su padre y también en llevar de cerca las riendas de la formación de Freddy Ítalo su heredero que pronto tendrá su primera pelea juvenil en San Fernando.

En medio de algunos gatos regalones del lugar, la nostalgia de las gradas de madera y varios puchingballs colgando, el boxeador nacional que tiene un récord de 50 peleas ganadas y sólo 3 derrotas, entrena muy duro a su hijo, con disciplina y sin preferencias con los demás "cadetes" que tiene bajo su alero: Antonio Maltés (14) y Ángelo Arcoverde (19).

"Extrañaba el entrenamiento, el reconocimiento y el cariño de la gente que me dio el boxeo. Y eso que yo era bien ermitaño y sólo andaba con mi padre para todos lados. Por eso estoy muy motivado con formar nuevos campeones, sobre todo a mi hijo. Pero esto no es para una sola pelea, es una carrera larga y por eso entrenamos firme todos los días. Un boxeador joven no es como un futbolista que juega bien 5 partidos y lo venden en 20 millones de dólares. Aquí es todo más largo y la disciplina es diferente. Aquí se trata de golpear. Igual estamos entusiasmados y motivados con él. Ojalá podamos lograr el objetivo que yo no pude. Al menos tenemos la experiencia para guiarlo. Algo entiendo de esto, jejé", afirmó Freddy Rojas, quien goza como niño en su regreso a la actividad luego de 17 años, quizás recordando la última pelea que tuvo en Dinamarca.

Ese entusiasmo es canalizado por su hijo Freddy Ítalo, que está en 1° medio del Instituto Particular La Cisterna y que no sólo siente el apoyo de su papá sino también el de su abuelo desde el "más allá". Y por ambos sintió el llamado para luchar por alcanzar lo máximo en el deporte favorito de su familia.

"Siempre llevé el boxeo en la sangre pero mi madre no quería que lo practicara porque es un deporte duro. Uno recibe y da golpes. Se gana, se pierde. Este camino no es fácil. Hay que darlo todo en todo momento, para que siempre sepan quien uno es. Yo miro a mi papá y veo a un grande. No cualquier llega donde él llegó. Estuvo a punto de ser campeón mundial. Y yo más que cumplirle el sueño, quiero ser campeón. Me gustaría ser mejor que mi padre. Sería el sueño de toda mi familia, de mi padre y mi abuelo que está arriba. Sé que cuando lo sea, voy a abrazarlo arriba de un ring", confesó el adolescente que sueña en grande.

Mientras tanto y para pavimentar el camino de su hijo, Freddy Rojas está trabajando para reabrir el gimnasio donde su papá se convirtió en un mito (ver recuadro).

"Estoy apuntando firme a comenzar de nuevo con la escuela de boxeo 'Freddy Rojas' en la Legua. Y hasta ahora he tenido buena aceptación del alcalde de San Joaquín, Sergio Echeverría García, y los encargados de deportes. Vamos a ver como nos va. Ellos están de acuerdo que se pueden hacer grandes cosas. Yo tengo un lugar físico que implementar y muchos sueños que cumplir", señala el púgil.

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Don Julio sacó 17 campeones

Tras muchos años ligado al boxeo, Julio Rojas falleció el 2017 y dejó un gran vacío entre los románticos del deporte. Esto no solo por haber sido un pilar fundamental en la carrera de Freddy sino porque además era reconocido como el "Quijote de La Legua", por mantener de su propio bolsillo un gimnasio-escuela de box que incluso casi lo lleva a la quiebra en su empresa de grúas.

Aunque más allá del poco o nulo apoyo que recibió de las autoridades del deporte, a pesar que su labor era sacar a los jóvenes de la droga, el alcohol y la delincuencia, Don Julio se fue con el pecho inflado de orgullo porque bajo su tutela pudo sacar a 17 campeones nacionales en distintas categorías.

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