A pito de su firma como DT de Arica, a los 77, volvió a la memoria la historia del técnico que lleva medio siglo dirigiendo.
Cada cierto tiempo las páginas de los diarios se llenan con las nuevas aventuras de Hernán Godoy, el más emblemático de los personajes del fútbol nuestro que va quedando. Y por lejos...
Las últimas líneas se escribieron esta semana, cuando San Marcos de Arica anunció que "Clavito" le hará una friega al carné y a los 77 calendarios se vestirá de bombero, una vez más, para ir a salvar al club del descenso a la Segunda Profesional, al que parece condenado porque marcha último en la tabla.
Cualquiera se pondría pañales con tamaño desafío. Cualquiera menos don Hernán, que forjó una carrera poniéndole el otro cachete a la adversidad y, por lo mismo, en la puerta norte confían en que aún puede forjar milagros, pese a que batirá el récord como el DT más viejo en ponerse el buzo.
Y cómo no, si "Clavito", que se ganó ese apodo por ser un delantero fiero de apenas un metro sesenta en una época donde lo marcaban puros camiones de 1,80, sobrevivió a cosas mucho peores que evitar una descenso.
La historia del chico de San Félix, un pueblito al interior de Vallenar, es la de un porfiado que no retrocedió nunca y se rindió jamás. Desde que debutó con 16 años por La Serena, nada menos que marcando cinco goles, don Hernán la tuvo difícil, tanto en la cancha como fuera. Sobre todo afuera, en realidad, porque miles de veces firmó contratos sin mirarlos y casi siempre lo sentaron con las lucas.
En Centroamérica, eso sí, donde jugó en Guatemala y El Salvador, ganó plata. Tanta que cuenta que dormía en los bancos para que no lo asaltaran.
El calvario
Pero los 20 años de carrera acabaron por pasarle la cuenta a un "Clavito", que siempre contó que no tenía nada que envidiarle a Iván Zamorano, porque como había sido basquetbolista tenía un rechazo que lo hacía cabecear como nadie.
De tanto ir el cántaro al agua, eso sí, Godoy sufrió una artrosis que en sus últimos partidos como futbolista lo obligaba a inyectarse dos y hasta tres veces.
Por eso cuando colgó los botines, los doctores le dijeron que debía operarse los dos tobillos. Y, como se creía el Rambo de las pampas, pidió que fueran ambos al mismo tiempo, lo que lo tuvo un año sin caminar y arrastrándose por la casa con 20 puntos en cada pie.
Ese tiempo le sirvió para crear al técnico que llevaba adentro, y que en los 70 lo sacó afuera siempre acompañado de su ya mítica pizarra, la que lo ha acompañado hasta hoy pese a los adelantos tecnológicos.
Siempre peinado a la gomina, sin ni una cana y con una mochila imaginaria donde ya carga el peso de la sabiduría, hoy "Clavito" llega a Arica. Y su meta es dirigir hasta los 100 años, como sólo él lo puede lograr.