Desconocer que el arbitraje chileno está viviendo un momento de estancamiento y sin progresos, es como intentar tapar el sol con un dedo. No se puede hacer la vista gorda a una era donde sólo Julio Bascuñán saca la cara por los jueces.
Más allá que semana a semana a estos árbitros jóvenes les falta carácter, personalidad y ausencia de pie futbolístico para apreciar jugadas fundamentales en resultados de partidos, también hay que reparar en la actitud de los futbolistas profesionales que no ayudan nada al espectáculo.
Digo, se cuestiona el arbitraje, pero por otro lado los jugadores son tramposos, exageran de mala manera, reclaman incluso sabiendo que están equivocados y distorsionan lo que ocurre en la cancha.
En el partido de Everton con la "U", Felipe González, de lo mejorcito que tenemos, tuvo que ser drástico y severo en la expulsión de Kevin Medel. Hubo intención de agredir. Pero en la roja de Patricio Rubio hubo un engaño por parte del central de Universidad de Chile.
Y qué decir en el duelo entre Universidad de Concepción y Colo Colo que fue un concierto de pitos. Héctor Jona cobró un penal que a priori parecía claro, pero que sólo en la repetición pudimos darnos cuenta de que fue un engaño de Jean Meneses.
Situaciones que no quitan el hecho que nuestro arbitraje necesita mejor formación y dirigentes que se pongan los pantalones.