El uruguayo Santiago Mele dejó la cancha rápido, sin mirar atrás, soltando como podía la rabia contenida. Lo sufrió, principalmente, un cartel publicitario.
Es el yin y el yang del fútbol, ni más ni menos: mientras Arturo Vidal —que resentido y todo se las arregló para ingresar y correr los últimos minutos y sacar definitivamente del partido a los cafetaleros— celebraba y agradecía al borde del llanto meterse entre los ocho mejores del continente, lo que tanto prometió y vino a buscar, el arquero uruguayo de Junior, Santiago Mele, no podía ni consigo mismo.
Solo, sin el resto de sus compañeros, el meta abandonó a toda prisa el campo de juego y enfiló hacia camarines. En ese trayecto, una cámara dispuesta en los túneles de acceso a los vestuarios captó su impotencia.
“¡Puta madre!”, gritó mirando al concreto, evidentemente desencajado, y continuó su caminata derribando todo lo que se le cruzara. En este caso, el cartel publicitario de la zona mixta.
No es para menos: su equipo recién había caído por 2 tantos a 1 en casa, en el Roberto Meléndez de Barranquilla, ante un inspirado “Cacique” y, con ese resultado, 3 a 1 global, se despidió de Copa Libertadores. Para colmo de males, el charrúa estuvo flojo en el primer grito albo, cuando Lucas Cepeda lo sorprendió con un zapatazo de larga distancia.
Otro que lamentó la eliminación fue el veterano Carlos Bacca, autor del empate transitorio. “Pedir perdón por la gente que nos viene a apoyar, que a pesar de todo nos siguen apoyando y nosotros seguimos haciendo la misma cagada”, dijo el ariete.