El equipo de Gustavo Huerta rompió con todos los pronósticos y logró ganarle la llave al poderoso Cobreloa. Con un empate en el estadio Zorros del Desierto, los "inmortales" terminaron con un año y medio de sufrimiento y llevarán su garra a la división de honor el 2019.
Minuto 10. Pelotazo al área de Cobreloa que parecía ser controlado por Miguel Sanhueza.
Pero el cabezazo del central sale hacia su propio arco y descoloca al portero Raúl Olivares. Era la apertura de la cuenta para Cobresal y una desazón para los miles de hinchas loínos que repletaron el Zorros del Desierto.
Es que ahora el cuadro naranja necesitaba dos goles para obligar a una definición a penales, y tres celebraciones si quería terminar con su largo peregrinar por los potreros (habían perdido 2-1 en la ida).
Algo que no entendieron de inmediato, pues Rodolfo González despejó hasta de taco los tibios intentos de los locales. Entonces, "Kalule" Meléndez los remeció en el camarín y Pablo Parra puso la ilusión en el 52'.
Esperanza que Juan Carlos Gaete destrozó a los 69', tras un carrerón imparable y un disparo que ni Claudio Bravo en el 2015 podría haber detenido.
Parecía que todo se derrumbaba y que el campamento de El Salvador se transformaría en una fiesta, pero Parra nuevamente perforó el pórtico visitante y devolvía las sonrisas a la capital del cobre.
Fueron los mejores momentos de quienes alguna vez disputaron dos finales de la Copa Libertadores. Lamentablemente para ellos, los fundados albinaranjas nunca perdieron el orden defensivo y estuvieron más cerca de anotar el tercero que de pasar susto.
Y el tiempo pasó. Y los autodenominados "insoportablemente vivos" resistieron. Tal como lo hizo Juan José Contreras, que jugó con el pómulo fracturado en cuatro partes. "Que mejor que ganar y estar de vuelta en Primera", expresó apenas el árbitro Felipe González alzó sus brazos.
Pitazo que terminó con un año y medio de sufrimiento. De ese tormento que nadie se explicaba, pues el 2015 Cobresal había sido campeón del fútbol chileno, y 18 meses después perdía la categoría.
Tempestad que al fin ayer se acabó y de la mano de Gustavo Huerta lograron despejar los nubarrones que se crean en la soledad del desierto.
"Nosotros sabíamos que teníamos equipo para volver y esto es lo que merecemos", aseveró Flavio Rojas. Y su compañero Francisco Castro agregó: "No ha sido un año fácil para ninguno de los que está aquí. Todo sacrificio tiene recompensa y les respondimos a todos los que creyeron en nosotros".
Claro, después del triunfo muchos se subieron al carro. Pero eran pocos los que creían en este equipo que se niega a desaparecer. En este Cobresal que posee algo que no tuvo Cobreloa. "Estamos aquí porque tenemos corazón. Un inmenso corazón", concluyó el volante Rodrigo Ureña.