Del loro que le sacaba la madre a la fiesta “con dos travestis”: las anécdotas de “Clavito” Godoy con el Pititore Cabrera

Ambos dejaron atrás un catálogo de anécdotas.
Ambos dejaron atrás un catálogo de anécdotas.

“Clavito”, quien perdió la vida hace algunas horas, solía contar con alegría una historia de los años ochenta, cuando dirigía Regional Atacama. Involucraba a su figura, Víctor Pititore Cabrera, quien, al tiempo, le devolvió la mano con la desconocida segunda parte.

El legado que deja Hernán Godoy al fútbol chileno no debe reducirse apenas a su insigne pizarra o a sus largas cuatro décadas al costado de la línea repartiendo instrucciones y reprimendas, por supuesto que no: por años, ya fuera de la cancha, “Clavito” recolectó anécdotas de toda especie. Festejos alocados, discusiones, salidas de madre con periodistas, árbitros o, como aquí, con la mascota de algún futbolista.

Víctor Cabrera, el Pititore, era regalón de Godoy en Regional Atacama. Goleador como pocos, reconocido en especial por la genial acrobacia con que celebraba sus tantos. Pero de pronto tuvieron un desencuentro: Pititore se negaba a viajar a un partido en Antofagasta.

“Yo lo escuché que en el baño dijo: ‘Pégame un puntapié, porque no quiero ir por bus a Antofagasta’. ¿Ya? Yo escuché y le dije a Eladio Rojas, que era mi entrenador ayudante: ‘Oye Eladio, no quiere ir el Pititore’. ‘No te preocupes, pa’ qué, no lo llevís’. Pero entre los dos, con Baeza, ¡tenían treinta goles! Ya, partimos y perdí 2 a 1. Venía quemado y no existían los celulares, po. Me llamaban los periodistas y me decían: ‘Oiga, Clavito, hubiera venido el Piti y ganamos’. Pero el Piti, les dije yo, está enyesado, quizás pa’ cuánto tiempo. ‘No’, me dijeron, ‘si ahí en Bahía Inglesa jugó en el baby fútbol y salió goleador’. Le dieron premio, se sacó el yeso y todo”.

clavito godoy pititore
Una de las duplas más recordadas del fútbol nacional.

Furioso, contaba Godoy, llegó a encararlo a su propia casa.

“Entré por la cocina y en el living estaba fumando ‘hachís’ un gay. Después me meto a la pieza de al lado y había dos señoritas, amorosamente las dos, y me dicen ¡sale, viejo tal por cual!, me echaron. Me voy donde el Piti y el Piti estaba rasguñado. Entonces al loro le había enseñado malas palabras, me sacaba la madre el Loro”.

“¿Cómo le decía el loro?”, consultó, desde ya riendo, Pablo Flamm, conductor de Código Camarín, en donde se narró la anécdota.

“Clavo culiao, Clavo culiao”, respondió, con voz de pito, Godoy. Más risas. Pero esto apenas empezaba.

“Pesco al loro de la jaula, lo doy vuelta, lo meto al baño (al inodoro y hace el gesto de tirar la cadena) pero no se iba. Y ahí quedó con un ala mala (...); después, le digo al presidente, Salomón Cid, que se vaya (Pititore), no lo quiero, échalo, échalo, no lo quiero más. Y entonces me dijo: ‘No, po. Resulta que lo tengo vendido al Colo Colo y les voy a pagar tres meses por adelantado a todos’. Ah, entonces que pague con un asado, le dije. Fuimos a la casa de él, a un asado pa’ todos los jugadores, y cuando llegué, el loro estaba entablillado y me seguía insultando. ¡Clavo culiao, Clavo culiao!”.

Esa anécdota, probablemente la más atesorada por Godoy, marida con esta otra que contó su coprotagonista, Víctor Cabrera, en Radio ADN:

“Me iba a Colo Colo y estábamos haciendo un asado con los cabros en mi casa. Estábamos todos tomando copetito, uno de esos vinos dulces, ricos. Sabíamos que iba el profe, pero estábamos autorizados, estábamos todos en la misma. Pero pasaba el rato y el ‘Clavo’ no llegaba”.

Hasta que de repente sonó, fuerte y claro, su bocina:

“Yo se la conocía porque siempre iba a hacerme guardia. Corro la cortina de la casa y veo que el profe llega con dos chiquillas. Venía entonado. Parece que las había pasado a buscar a la Avenida Aguirre. Bueno, se baja y dice: ‘No se preocupen cabros, las chiquillas van a hacer un show, van a bailar un ratito y se van, yo les pago’”.

El asunto, sin embargo, era otro.

Cuando las niñas se empezaron a acercar, se vio que eran un par de travestis. Como el ‘Clavo’ estaba entonado nunca se dio cuenta. Hasta ahí nomás llegó la visita. No hubo show y los echamos de una. Na’ que ver la cuestión”, completó, entre risas.

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