El nadador nacional no compite hace un año por Chile y tampoco ha podido entrenar debido a líos burocráticos. Ahora analiza la propuesta que llegó del país del norte.
Si el 2020 hubiese sido normal, Alberto Abarza hubiese estado a una semana de debutar en los Juegos Paralímpicos de Tokio. Pero llegó la pandemia y con ello el multicampeón de Lima 2019 lleva más de cinco meses sin tocar la piscina.
Pese a que tiene su cupo listo para la cita nipona, el pez no ha podido regresar a los entrenamientos, ya que, como indica el nadador, "tenemos un conflicto grande con el comité. No he tenido comunicación con ellos desde abril. Nosotros mandamos una propuesta para regresar, pero no tuvimos respuesta. Como soy persona de alto riesgo tiene que verse mi caso. El doctor me dice que puedo volver, pero ya van tres semanas y no tengo solución".
La pena de Alberto radica en que "no hay mucho interés o una ayuda concreta. A lo mejor está el plan para que yo vuelva y no me lo han comunicado. A mí no me gusta molestar, por eso hago todo solo, pero el Comité Paralímpico también tiene que ponerse, saber qué necesito, no todas las cosas tienen que salir del deportista".
Estos meses sin piscina han sido complejos debido a que "tengo que saber tener ayuda para entrenar y me cuesta mucho. Mi señora está embarazada, entonces tampoco me puede colaborar. No puedo hacer actividad física de alto impacto, incluso pensé en comprar una piscina. Hablé con la federación, pero se salía mucho de mi presupuesto ($30 millones) así que estoy aquí, mascando rabia".
De octubre a marzo de este año, Abarza reunió todos sus ahorros y se fue a Europa a practicar, de cara a Tokio. Se gastó más de 50 palos, todo autofinanciado e incluso narra una situación insólita. "Estaba en España y quería participar de un torneo, pero la federación tenía que inscribirme y pagar la cuota de 30 lucas. Llamo, me dicen que todo bien, pero cuando les hablo del pago de los 30 mil me dijeron que no había presupuesto, entonces uno no entiende nada. Acá se piden resultados para mantener las becas, pero nadie ayuda en el proceso para que lleguen los éxitos, todo es autogestión", sostiene.
- Es cierto que te vinieron a buscar de otro país para competir.
- Sí, ya había recibido el llamado en 2017 y ahora volvió a aparecer hace tres semanas. Como legalmente llevo un año sin nadar por Chile, podría representar a otra nación. Así me llamó el equipo de Estados Unidos, saben las proyecciones de medalla olímpica que tengo, por eso me ofrecen un plan completo, donde yo sólo tendría que preocuparme de competir. Pero yo quiero representar a mí país, aunque da lata andar mendigando.
- ¿Tus rivales ya volvieron a la actividad?
- Sí. Acá lamentablemente no compites contra tu rival, sino que contra tu federación que tiene que hacer la pega. Después viene la exigencia, la renovación del Prodar, entonces uno empieza a pelear por cosas que deberían ser básica para el deportista, piensa que hasta para desayunar en el CAR hay que postular a una beca, algo que tendría que ser un derecho básico. Da pena que sea así, por eso lucho para que esto sea mejor con las generaciones que vienen.
- ¿Cómo ves Tokio en 2021?
- Antes pensaba en llegar a lo más alto, pero ahora es un desafío más personal, lo veo más como Alberto Abarza que representando a un país. Esto es una conversación que he tenido con mi novia y uno tiene que empezar a ver qué será lo mejor. Acá no han visto que lo único que frena mi enfermedad (síndrome de Charcot-Marie-Tooth, enfermedad degenerativa que atrofia los músculos) es el deporte. Dicen que me están cuidando para que no me pegue el coronavirus, pero no se dan cuenta lo mal que me hace no entrenar. Con todas las medidas sanitarias puedo volver a la piscina, sólo pido que me ayuden y piensen en mí.