El cancionero de las barras chilenas, parte II: la influencia argentina

La influencia argentina en la música de nuestras canchas es enorme.

Es difícil establecer con exactitud cuándo fue que la música tomó por asalto los estadios nacionales. Fenómeno antiquísimo, resulta mucho más sencillo determinar cómo nace un cántico, su origen. Y desde allí, como sucede también en el resto de Sudamérica, es correcto decir que Chile se sometió al influjo argentino. Acá vamos con el origen trasandino en los cantos de las diferentes barras nacionales.

La influencia argentina es un denominador común entre las hinchadas nacionales: el grueso de ellas construyó su mensaje, sus letras, las cartas de amor a su equipo y las provocaciones/insultos/amenazas a sus rivales, sobre las bases musicales de Los Rodríguez o Andrés Calamaro, Los Auténticos Decadentes, Los Enanitos Verdes o, por qué no, Fito Páez. Francisco José Muñoz Carrasco, el Pancho Malo, cuarenta y cuatro años, exlíder de la Garra Blanca, fundador del movimiento de ultraderecha Team Patriota, me decía tiempo atrás que bajo su gestión hicieron lo posible por incorporar algunos éxitos de Chico Trujillo al cancionero de la barra brava de Colo Colo, “pero no prendieron tanto como las de los (Fabulosos) Cadillacs y otros grupos de rock argentino”. En contexto, esto último no sólo debió frustrar los planes de Muñoz; es muy probable que también haya ocurrido en otras barras.

De Mariposa tecknicolor a Cómo me voy a olvidar, de Baila para mí a Siguiendo la luna, o de Para no olvidar a Te vi en un tren. Acaso sin importarles demasiado la procedencia, los fanáticos locales se apropiaron de una época formidable del rock vecino. Y esto, cree Pancho Malo, se debe principalmente a que “las barras argentinas”, las cuales propiciaron estas reconversiones en la esfera del fútbol, “marcaron un patrón en América Latina”. “La de Boca Juniors y Racing tienen más de cincuenta y cinco años de vida y forjaron las bases del barrismo: quien desconozca eso o quiera decir que no es así, no tiene idea”.

Hace poco menos de dos años, un hincha de la selección argentina tomó prestada la melodía de Muchachos, esta noche me emborracho de La Mosca Tsé-Tsé y compuso sobre la estructura del “Muchachos, traigan vino juega la Acadé” que canta desde hace años Racing para fastidiar a Independiente con el descenso. El resultado, éxito notable, no sólo sonó hasta el empacho allá en el infierno de Qatar, sino que sacó del silencio a la banda original con un sencillo que luego devino en himno. En Chile, la Garra Blanca la interpreta a su modo: “Cacique, desde chico yo te vengo a ver / Colo Colo, te llevo en la piel / Para ti siempre estaré”. Más atrás en el tiempo, Brasil 2014, Los de Abajo hicieron suya la canción argentina de moda de ese mundial, “Brasil, decíme qué se siente”, del original Bad Moon Rising de Creedence Clearwater Revival. “Cuico, tú dime qué se siente / Ser hincha de un club sin corazón”, le dedican los de la “U” a sus pares de Católica.

La influencia es tanta, no pasa nada con decirlo, que algunas barras nacionales se inspiraron por ejemplo en éxitos de Turf o Los Jóvenes Pordioseros, bandas reducidas a la etiqueta rolinga y que aquí derechamente no encontraron lugar. El ritmo de Pasos al costado se hizo popular en Macul y en Sausalito y lo propio ocurrió con Descontrolado en el Nacional. Después, hay casos todavía más improbables que refrendan todo lo anterior, como el ya un poco agotador “mi buen (viejo) amigo, esta campaña volveremos a estar contigo”, adaptación de un jingle publicitario estrenado por la Policía de Buenos Aires en 1981. “Boby, mi buen amigo, este verano no podrás venir conmigo”, dice la estrofa original casi a modo de plegaria para advertir al público sobre el cuidado de sus peludos. Está La marcha peronista que corean los hinchas cuando un equipo grita campeón. Y a ello se suman nombres como Víctor Heredia, León Gieco y Sergio Velasco Ferrero.

Algunos “covers” de “Boby”:

Desde luego hay representación de la cumbia villera, subgénero argentino de la cumbia que se consolidó en los dos mil y que deprisa ganó popularidad en el resto de la región. Los Cruzados incluyeron en su repertorio el Me vas a extrañar de Damas Gratis con Viru Kumbieron y La Fiel del Norte (Deportes Iquique) No me vuelvo a enamorar de Repiola o Una calle nos separa versión Néstor en Bloque, en tanto la Garra Blanca se decantó por La cumbia de los trapos de Yerba Brava. Pero son apenas algunos ejemplos. Si se mira la big picture lo que prevalece, de nuevo, es la presencia de rockeros y conjuntos noventosos. Calamaro, ya sea en Los Abuelos de la Nada, Los Rodríguez o a solas, nutre prácticamente a todas las barras por no decirlas a todas. Los Fabulosos Cadillacs, La Mosca Tsé-Tsé o Los Auténticos Decadentes pueden presumir de lo mismo.

El fenómeno se repite sin importar si se trata de un equipo grande o uno de provincia, todos echan a correr melodías idénticas y comparten la fórmula. El elemento diferencial parece ser el mensaje:

“Es muy difícil que una hinchada le reconozca a otra la autoría de esa base”, explica el ya retirado Muñoz, desde que en noviembre de 2012 le prohibieran el ingreso a los recintos. “Lo que prevalece es cuál letra es más llamativa, cuál expresa mejor un sentimiento hacia el club o es más burlesca hacia la otra parcialidad”.

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