El cancionero de las barras chilenas, parte III: los poetas del tablón, Nueva ola, anglo y algo más

Dyango se comprometió con la "U" a partir de su exitoso Corazón mágico.

Canciones retro, baladas sesenteras, desamor, éxitos del carnaval de Río, algo de música in english y hasta reggaetón se cruzan también cuando se trata de arengar, festejar y también, insultar desde la tribuna. Otros clásicos de cancha, los que faltaban, en esta última entrega del cancionero de barras.

No sé cuánta gente, en particular el segmento más joven, está enterada de que cuando la Garra Blanca brama con su inconfundible “Saaaaaben, que el albo es el más popular” en realidad lo que hace es rendir tributo a la dulce voz de María Teresa, una sevillana que llegó de niña a Chile, lanzó y afirmó una temprana carrera en plena Nueva ola. En rigor, los hinchas albos piratearon la mejor canción de amor de la teen idol española, Dicen, que se remonta a 1964, y le dieron una segunda vida como arenga. Tampoco sabrán muchos que la amable melodía de Pop goes the world, que firman los canadienses Men without hats, favoreció la creación del hit futbolero por excelencia, no sólo en Chile sino en todas partes. “Here in Argentina the melody of this song is sung by fans in soccer matches”, le avisó un usuario sospechamos que argentino a la banda de Montreal en el video de YouTube, aunque es muy probable que ellos después de tantos años ya manejaran esa información. Otros comentarios así llegan de Monterrey, Uruguay, barras de Boca, de Racing, y agradecen por el “¡Oooh dale dale oh / dale oh, dale oh / dale dale oooh!” y sus variaciones. Aquí, sólo un optimista se daría a la tarea de averiguar quién la trajo, porque es una de esas que cantan todas las hinchadas.

En algún lugar de Santos, Brasil, sobre los primeros setentas, conmovido por las tristes viñetas que protagoniza Charlie Brown en el archifamoso Peanuts de Charles Schulz, Benito Di Paula se propuso terminar con su miseria. “Eh, meu amigo Charlie / Eeeh, meu amigo Charlie Brown”, le tararea una y otra vez, antes de invitarlo a conocer la Bahía de Caetano, su gente buena, a Jorge Ben, São Paulo o Vinícius de Moraes, el carnaval y a los hinchas del Flamengo, de quienes dice “coisa igual não tem”, o sea, que no hay nada igual. Cuenta el escritor Manuel Soriano en su libro, ¡Canten putos! Historia incompleta de las canciones de cancha, que el propio Benito dijo en una entrevista que el éxito de la canción permitió que tradujeran Peanuts al portugués. Años más tarde, puede sacar pecho también: cientos de hinchadas hicieron de ella poco menos que un himno en la tribunas: “Ooh, vamos [inserte equipo], vamos / Oh, vamos [inserte equipo], vamos / Pongan huevos, que ganamos”. Eficaz grito de guerra, y sin embargo también puede ser utilizado en contra de los futbolistas del propio equipo. “Oh, que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, rugía hasta hace no muchos años la barra de Colo Colo cuando el equipo no los representaba.

Historias poco conocidas como las anteriores hay decenas: otra es la de Hugo Blanco y su Moliendo café, que recoge un antiguo blogspot llamado Rockola tribunera. En una de sus últimas entradas, de abril de 2010, aclaran que no es Julio Iglesias sino Hugo César Blanco Manzo, venezolano, nacido en 1940, el verdadero autor de la pieza y que apenas había cruzado la veintena cuando la compuso. El plot twist viene a continuación, cuando explican que Blanco, aún menor de edad, acudió a su tío José Manzo Perroni para registrar la canción, sin sospechar que pronto gritaría a los cuatro vientos que le pertenecía. Otra versión afirma lo contrario, que el tío fue quien la escribió y en un acto de generosidad se la cedió a su sobrino, pero este último quiso pasarse de listo. Como sea, la traición es otro cantito de cancha universal. A Chile llegó de la mano de Lucho Gatica y ahora se corea cada sábado y domingo.

De regreso al influjo romántico, husmeando en el catálogo de los aficionados locales es posible hallar adaptaciones modernas de Cómo te extraño mi amor y Pídeme la luna de Leo Dan (Los Panzers, Santiago Wanderers), ¿Por qué te vas? de Jeanette o Jamás, todo un símbolo de Camilo Sesto, cuyas sentidas estrofas dieron paso a la burlesca “25 años les costó salir campeón” y “Campeón hay uno solo, se llama Colo Colo, el eterno campeón”. Los albos también rescatan Un beso y una flor de Nino Bravo, mientras en el norte Los Papayeros siguen el ejemplo con Morir de amor de Miguel Bosé, y sus primos de Al hueso pirata con Soldado del amor de Mijares y Culpable o no de Luis Miguel.

“El tiempo que duró nuestro amor / Tú me hiciste feliz / Y en mi adiós te deseo lo mejor” del lacrimógeno Nunca voy a olvidarte que canta Cristián Castro recientemente mutó, en la galería sur del Estadio Nacional, a “Dale, dale, dale León / Porque tú eres mi amor / Hoy yo vengo a alentarte”.

Antes, los azules ya habían sellado algo parecido a un matrimonio con el español Dyango. La escena se puede seguir al detalle en YouTube: es el mediodía del 12 de octubre de 1994 y, parado frente al arco sur del Santa Laura, el cantante sonríe, alza el puño, agita los brazos. Los hinchas le responden: “Al León, yo lo llevo en el corazón / Al León, yo lo llevo en el corazón / Porque la vuelta vamo’a dar, yo no te dejo de alentar / Soy de abajo, soy”. Director de orquesta, Dyango los insta a continuar. Acompaña el cántico, al tiempo que un periodista le acerca un micrófono. Se lleva la mano izquierda al pecho, gira y sonríe de vuelta a la cámara. Camina, flamea una bandera de la “U”. Muy posiblemente, o eso podemos imaginar, nunca consideró que su Corazón mágico podría cruzar once mil y tantos kilómetros, de Barcelona a Santiago, y ocupar este espacio. Desde entonces, cada vez que viene a Chile renueva el vínculo.

“Eran canciones súper difundidas por las radios, y al ser conocidas, se facilitaba el proceso de montarlas”, me explicó el musicólogo Juan Pablo González. De ahí que la estructura de los lentos parezca acaso hecha a la medida de estos cantitos, como también sucede con Música libre y las baladas italianas. Una noche excepcional, de Raúl Padovani, provee a Los Rojinegros de Rangers de Talca y al “Cacique”. Los de Católica, en cambio, beben de Ricchi e Poveri y su Será porque te amo.

Los Cruzados, por cierto, apostaron por la renovación con La despedida de Daddy Yankee, cuarto sencillo de Mundial (agosto, 2010), uno de los pocos reggaetones que presenta el muestreo. Modifican el “Mi vida no es igual ahora que te perdí / ¿Cómo te voy a olvidar?” que vocea el Big Boss por “Tu hinchada no es igual a todas las demás / Siempre te viene a alentar”.

Quizás lo que más se eche en falta sea una mayor representación anglo. Uno intuye que por la barrera idiomática, los creativos locales rara vez se inspiran en éxitos foráneos. Al margen de Bad Moon Rising (copiada, de hecho, del hit argentino de 2014) o el antes mencionado Pop goes the world, It’s a heartache de Bonnie Tyler y Yellow submarine de The Beatles aparecen como notables excepciones. “Todo el [inserte equipo] está esperando el gol / Está esperando el gol / Está esperando el gol / Y ese gol ya llegará / Y los del [inserte equipo] celebrarán”, suelen aullar Los de Abajo y Los Tanos al ritmo del cuarteto de Liverpool. Por otro lado, la cantante y filántropa galesa dio vida al furioso “Jugadores, la conc... de su madre / A ver si ponen huevos / Que no juegan con nadie”, que la Garra Blanca también interpreta así:

COMPARTIR NOTA