El chincolito

"El que pretende pasar por sabio entre los necios, pasa por necio entre los sabios"

De pie mira hacia afuera de la micro y piensa que a veces basta con subirse a una , para ver el mundo desde arriba.

Llegó al bar de Roque, que a esa hora es un lugar tranquilo y silencioso y el barman le preguntó al anciano, como cada mañana, "¿de este mundo o del otro?".

Pidió la dosis acostumbrada, un tintito con Coca-Cola, luego tomó su vaso y se dirigió hacia a una pequeña mesa que descansaba en un rincón. El bar de Roque no pasaba de ser una bodega de medio pelo refaccionada por su dueño para intentar subirle el nivel. Sin embargo, se llenaba desde temprano de ancianos alcohólicos que saboreaban su "pituca" para capear el hambre, el frío y la soledad, mirando pósters de viejos equipos campeones .

Los "Azules" del '49: el "Loco" Tea, el "Semilla" San Martín, el "Pocho" Bustamante, el "Chavo" Muñoz, el "Cholito" Vázquez; agachados, el "Chama" Rodríguez, el "Veneno" Martínez, el "Perro" Asares, el "Carepato" Sepúlveda, el "Mamo" Aros y el "Lalo" Tobar.

Luego proseguía con los Caciques del '47: El "Tortuga" Castillo, el "Dimondo" Soto, el "Manzana" Sepúlveda, el "Jojoi" Armijo, el "Espinazo de gato" Muñoz, el "Marihuarcelo" Castro. Agachados; el "Ye-ye" Domínguez, el "Guatón" Guadalupe, el "Guerrillero" Rodríguez, el "Cloro" Arancibia y el "Juanuco" Martínez.

Y así proseguía con los seis pósters restantes, era un ritual repetido. Pero ese día algo distinto ocurrió, Roque, el dueño del bar que acudía poco en las mañanas, escuchó los murmullos del viejo y se animó a felicitarlo por tan decorosa memoria.

-Te felicito viejo, no erraste ninguno, te tiene que gustar mucho el fútbol para acordarte de estos fósiles.

-Como no me voy a acordar si compartí camarín con varios de ellos.

-¿Cómo? ¿Usted también jugó? ¿Cómo te llamas?

-Yo soy el "Chincolito"…

-¡No lo puedo creer, el famoso "Chincolito" Mayo, Si usted jugó en Argentina y fue seleccionado nacional...

-Bueno, de eso ya hace mucho...

-Hágame el honor de acompañarnos mañana en la noche a una comida que hacemos todas las semanas entre fanáticos de todos los tiempos, será mi invitado especial, mis amigos no lo podrán creer.

Al otro día el viejo se preparó para la cita de las ocho. Roque lo recibió con respeto.

-Queridos amigos, tenemos el honor de tener entre nosotros al gran "Chincolito" Mayo.

El aplauso fue cerrado, rápidamente fue puesto de cabecera de mesa, comió a destajo y se le llenó la copa cada vez que él lo pidió. Al terminar la velada le pidieron un taxi no sin antes dejarlo invitado para la semana siguiente. Y a la siguiente. Y a la siguiente.

Un día se le acercó a Roque y le dijo:

-Amigo mío, le he contado de esta experiencia a unos antiguos colegas y me encantaría poder traerlos la próxima semana.

-Los amigos del "Chincolito" son los amigos de Roque, los atenderemos gustosos.

A la semana siguiente se sentó con sus amigos que no habían jugado ni a las bolitas, pues eran todos los borrachos de la plaza y dijo:

-Un brindis por el gran "Juanuco" Martínez, que Dios lo tenga gambeteando en el paraíso.

Y así pasaron las semanas y los viejos tuvieron donde comer y tomar gratis por mucho tiempo. Hasta que una noche Roque se acercó a "Chincolito" y le dijo que le tenía una sorpresa:

-Maestro, logre ubicar al "Cholo" Vázquez y arribará en cualquier momento a nuestra cena.

En ese mismo instante entró por la puerta un macizo moreno de unos setenta y cinco años, abrazó a Roque y le agradeció la invitación y preguntó:

-Usted me tenía una sorpresa.

-Señor Vázquez, le presento al gran "Chincolito" Mayo.

- Debe haber un error...

-¿Por qué?

-Resulta que el "Chincolito" Mayo falleció hace más menos quince años.

-No juegue con eso "Cholito", el hombre esta vivito y coleando y lo tenemos acá.

-Es que usted no me ha escuchado, yo estuve en los funerales de "Chincolito" en Villa Alemana, no olvide que jugamos juntos en Vélez el 46.

El silencio recorrió el lugar, el rostro de Roque se empezó a desfigurar al sentirse embaucado por un viejo borracho de cantina, levantó su vista, clavo sus ojos fríamente en los del viejo y le dijo:

-Viejo culiao sin vergüenza, me debes una explicación, ¿Quién eres y quienes son toda esta manga de hueones balsudos?

El viejo muy probablemente ni siquiera hubiese podido explicar el porqué de su silencio, pero habló:

-Temo que usted me entendió mal, don Roque, todos mis amigos aquí presentes me conocen como el "Chincolito", pero yo soy el "Chincolito" Mario, ¿Me entiende? Ma-Rio...

A Roque se le hicieron pocas las piernas para sacar al viejo a patadas del bar y junto a él, a todos los borrachos de la plaza.

De vez en cuando se les ve allí en una cervecería para borrachos y universitarios del barrio Yungay.

En alguna de esas noches, el viejo taciturno tomó asiento en una banca de la cual no se movió por varias horas.

La verdad que lo más curioso de todo es que Mario había sido un brillante jugador, pero de eso ya hace mucho y solo en sus sueños.

El olvido es la única venganza y el único perdón.

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