El Tigre fue una de las figuras del América de Cali, club relacionado al cartel rival del recordado narcotraficante, por lo que en algún momento estuvo en la lista negra del “Patron”.
Mucho antes de ser el entrenador de La Roja, Ricardo Gareca al igual que la mayoría de los estrategas fue jugador de fútbol. El Tigre se ganó su apodo como delantero centro en Boca Juniors, pero no solo dejó su huella en el fútbol argentino, sino que en 1985 hizo las maletas y emprendió rumbo a Colombia, para defender la camiseta del América de Cali.
Allí se convirtió rápidamente en una de las figuras de ese plantel, que acumulaba victorias tanto en el plano local como sudamericano. En su primera temporada alzaron la copa del torneo y al año siguiente repitieron la hazaña, lo que los llevó a competir por el título de América en la Libertadores. En tres oportunidades consecutivas llegaron a la final, sin embargo el ahora DT no pudo alzar el trofeo.
Gareca era todo un referente en el club, sin embargo el fútbol estaba en un segundo plano en el país cafetero, que atravesaba uno de los momentos más complejos producto del narcotráfico. La sociedad estaba en medio de una guerra entre los principales carteles de droga de Colombia: por un lado el Cartel de Medellín, liderado por Pablo Emilio Escobar Gaviría, y el Cartel de Cali, liderado por Gilberto José Rodríguez Orejuela, y quien tenía intereses comprometidos en el equipo en que militaba el Tigre.
Gareca en fuego cruzado
Mientras que el delantero tenía en su radar hacer goles, los grupos criminales realizaban atentados a la luz del día. La tasa de mortalidad del país era de un 5% y las muertes al año superaron las 120 mil, por culpa de capos de la droga que tenían más poder que la clase política, y cualquier acción podía ser una excusa para justificar un asesinato para los grupos armados.
El llamado “patrón del mal” no solo era conocido por mandar a matar a diestra y siniestra, sino que además era fanático del fútbol, y aunque sus cercanos señalan que era hincha de Deportivo Independiente Medellín, también reconocen que si quería competir contra el equipo de Cali (apoyado por el cartel de esa ciudad), debía apoyar a alguien que sí pudiera hacerle el peso, así que fue un seguidor más de Atlético Nacional.
A pesar de que por documentos nunca se logró vincular al club al reconocido narcotraficante, lo cierto es que el presidente del elenco, Hernán Botero, terminó siendo el primer colombiano extraditado a Estados Unidos por vínculos con el cartel de Medellín, acusado por de haber lavado más de 50 millones de dólares al grupo criminal.
La guerra por el dominio de las rutas y los territorios entre las pandillas se llevó hasta dentro del torneo de fútbol. Los grupos armados más poderosos apoyaban a los equipos más competitivos del momento, era una bomba de tiempo y los jugadores lo sabían.
La confesión de un sicario
Tras la muerte de Pablo Escobar, algunos de sus sicarios se han dedicado a contar más detalles de las fechorías que planeaba su jefe, y uno de los más conocidos en la actualidad es Jhon Jairo Velásquez, apodado Popeye. El colombiano es uno de los mayores asesinos en la historia de su país y pasó 23 años preso, y en 2018 reveló que Gareca en algún momento estuvo bajo la lupa del narcotraficante.
El delantero del América de Cali era una máquina haciendo goles, por lo que su militancia en el equipo rival era un constante dolor de cabeza. “Ricardo Gareca siempre estuvo en la mira de Pablo Escobar, sin embargo no llegaron a él. El amor por el fútbol del ‘Patrón’ lo salvó, pues a él y a los otros jugadores de América de Cali se contempló colocarles un carro bomba, ya que el Cártel de Cali le colocó un carro bomba a la familia de Pablo”, dijo el ex sicario.
“Estábamos en guerra. Incluso secuestró a jugadores de Cali para que entregaran a los Rodríguez y, como no cooperaron, mataron a la familia de Pedro Enrique Sarmiento, quien actualmente es un técnico exitoso, pero no cooperó”, añadió.
Una práctica común durante esa década oscura en el país cafetero, y que podría haber terminado con la vida del actual entrenador de La Roja, sin embargo, nunca se enteró de que los ojos del Cartel de Medellín estuvieran sobre él. Tuvieron que pasar décadas antes de que el Tigre se enterara que en algún momento Pablo Escobar lo mencionó en su lista negra.
“Eso no me enteré, ¿vos sabés? Me enteré ahora, parece que Popeye en una entrevista dijo eso. Nunca lo conocí, nunca lo vi. Él era de Medellín, hincha del DIM, no de Nacional. Y yo les he hecho goles a todos los equipos”, señaló el estratega.
Y es que la violencia se tornó aún más compleja dentro del fútbol colombiano cuando el actual DT regresa a Argentina. “En realidad, cuando yo me vengo estalla todo ese problema de los cárteles. Mientras estaba yo eran rivalidades, cada cártel tenía un equipo y a partir de ahí es lo que yo sabía y tenía conocimiento. Después, estalla ese problema y se hizo más grave. Eso lo contó Popeye y yo estaba en desconocimiento”, agregó Gareca.
Solo cinco años después de que el trasandino volviera a sus tierras, el mundo entero se conmocionó con la muerte del jugador Andrés Escobar, quien fue brutalmente asesinado a tiros en las calles luego de que marcara un autogol en el Mundial de Estados Unidos, un gol que les costó la clasificación a Colombia y que llevó a que los grupos armados se desquitaran con el jugador de Atlético Nacional.