Este viernes, mientras en París se llevaba adelante la inauguración de la trigésima tercera edición de los Juegos Olímpicos, a los pies de la cordillera, desde los Nevados de Chillán, cientos de invitados brindaron por el comienzo del mayor evento deportivo multidisciplinario.
Es la mañana del viernes y, por lo visto, acaba de aparecer Snoop Dogg en el barrio de Saint-Denis con la antorcha olímpica entre sus manos. Baila, sonríe, saluda, hace gestitos a las cámaras que lo filman, camina con ella lentamente. La secuencia recorre medios de todas partes sin demasiada resistencia, mientras tanto en redes sociales hay usuarios que lo elogian, otros se preguntan qué hacé él —no muy deportista, por el contrario— ahí, unos pocos se ofenden, la mayoría hace el meme de siempre: “Como se descuiden, se fuma la antorcha y no llega al pebetero”. Hace ya un par de días que la delegación argentina presentó un reclamo formal ante la Fifa por un improbable partido que se reanudó hora y media después de ser suspendido por invasión de hinchas al campo, el equipo australiano de BMX acusó el robo de la camioneta que llevaba sus implementos y, apenas unas horas atrás, un judoca iraquí dio positivo por sustancias prohibidas. En resumen, no es antojadizo decir que los Juegos Olímpicos de París arrancaron con todo, pero calma, que aún hace falta algo para hacerlo oficial: la ceremonia de apertura.
¿Podrá superar el flechazo de Antonio Rebollo en Barcelona 1992, las intervenciones de James Bond y Mr. Bean y el coro infantil interpretando “Imagine” en Londres 2012 o el regreso a casa cargado de simbolismos en Atenas 2004? Es carne de debate en televisión, la última semana se llenó de hilos de Twitter y artículos que repasan en detalle las presentaciones más memorables. De momento, hay ansiedad por descubrir qué traman los franceses.
También aquí, a poco menos de doce mil kilómetros del evento, en los Nevados de Chillán.
Claro, porque en medio de la montaña, Corona Cero —sponsor oficial de los Juegos Olímpicos— se dio a la tarea de levantar un espacio con la idea de celebrar la inauguración entre cervezas y esquí. ¿En Chillán? Correcto, y Lina Aguirre, directora de marketing, lo explica del siguiente modo:
“Tenemos la fortuna de que nos toca, en este hemisferio, invierno, nieve y en otros países no, entonces lo hace muy mágico para nosotros. Y Chile es reconocido en el mundo por sus paisajes y por celebrar la naturaleza —dice Aguirre—, por eso escogimos Chillán, que es uno de estos lugares increíbles de los que todos nos sentimos orgullosos. Además, vamos a tener la fortuna de tener a deportistas de Chile que nos van a acompañar hoy aquí en esta celebración”.
Una de esas deportistas es Manuela Urroz, la #10, capitana de las Diablas, probablemente la mejor hockista sobre césped de nuestra historia, encargada de llevar la antorcha olímpica —la única chilena, por cierto— por las calles de Annemasse, ciudad situada en las cercanías de la frontera con Suiza.
Recién pasado el mediodía, la exjugadora del Oranje Rood neerlandés y el Royal Antwerp belga cuenta a La Cuarta esa experiencia:
“Fue hace un mes ya y fue increíble, algo muy mágico poder haber podido portar el fuego olímpico, haber tenido esta oportunidad de representar a Chile y al deporte nacional. Así que muy agradecida de haber sido escogida entre ocho personas del mundo en la empresa donde trabajo. Fue demasiado especial, había mucha gente esperando ese momento”.
Sigue la crack: “Tuve que ser la primera de esa ciudad, entonces había mucha expectación, muchas familias, fue un domingo además. Y traté de que se pasara muy lento todo el trayecto, lo caminé, no corrí porque no quería que se terminara. Es algo que uno siempre ve de muy lejos esta llama olímpica, la antorcha, todo lo que significa, todos los valores de los Juegos, y haber podido vivirlo…, también empezar a vivir los Juegos, cómo se estuvo preparando Francia”.
Cerca de las dos de la tarde, la pantalla gigante dispuesta detrás de la cafetería Tío Willy proyecta el instante en que el Team Chile se presenta sobre el Río Sena, pero a decir verdad aquí no se le presta mucha atención. Por ahí algún tímido aplauso cuando aparecieron Nicolás Jarry, Antonia Abraham y el resto revoleando las banderas, pero poco más. Tal vez se deba a que enseguida la transmisión oficial se quedó con China, uno de los países —República Centroafricana, Camerún y Canadá los otros— que acompañaba a los nacionales en la embarcación. Sea como fuere, el centenar de invitados no está muy entusiasmado hasta ahora con la apertura. De hecho, Manuela Urroz, ya al interior de la cafetería, con su celular apoyado sobre una lata de bebida, parece ser la única que sigue interesada en el desarrollo.
“Yo creo que hay varios exponentes importantes —responde Urroz, consultada por lo que puede esperarse de la delegación nacional—, no me gustaría dejar de mencionar ninguno, pero uno se ilusiona con el golf, con el tenis también, con nuestros representantes que les ha ido tan bien el último tiempo y que nos encantaría verlos ahí en la lucha, ojalá por alguna medalla”.
La hockista también apuesta por “nuestras representantes que ya llevan años en los Juegos Olímpicos, como la Fran Crovetto” y particularmente “por el remo, ahora que las mellizas Abraham van a estar participando”. De cualquier modo, sostiene que “estar en unos Juegos ya es realmente algo que nos pone muy orgullosos, especialmente para los que sabemos lo que significa estar allá”.
El ambiente es otro muy distinto después del almuerzo.
Ahora el espacio está repleto, son cerca de trescientos los invitados que combaten el frío —1º de temperatura sugiere el celular— a punta de cervezas, mientras el DJ juega con el fader. Ya acabó la ceremonia de apertura, cada uno está a lo suyo, grupos de amigos, familias, risas, cigarros, más cerveza. Pero la producción prepara un último número: una bajada de banderas para finalmente encender los anillos olímpicos, el principal símbolo del evento multidisciplinario. Antes de eso, a las cinco de la tarde en punto se presenta la banda Drunvaloop, un power trío de guitarra, bajo y drum machines que ya subió a escenarios como los de Lollapalooza o Creamfields.
Manu atiende al diario pop por última vez: ¿Chile está capacitado para ser sede de los Juegos Olímpicos de 2036?
“Es un gran desafío, creo que para eso hay que trabajar mucho y creo que estamos a tiempo todavía —se ilusiona la #10—, porque la organización de unos Juegos Olímpicos es un paso muchísimo mayor de lo que fueron los Panamericanos del año pasado. Pero espero que con el tiempo que queda, con las personas que van a trabajar en esta postulación de Chile, podamos realmente contar con lo que se necesita para llevar a cabo un evento así y en el mejor nivel posible, como los deportistas lo merecen también”.
Según estaba estipulado, a las 17.40, desde las cimas nevadas, un grupo de instructores desciende en esquí agitando banderas con los símbolos de los Juegos Olímpicos y de Corona Cero. Al llegar a su destino, los anillos ubicados estratégicamente al fondo, entre la cafetería y la escuela, dos de ellos les prenden fuego entre los aplausos de todos los presentes.
Nos explican que de esto se trata un Golden moment.