"Está en el mejor lugar que pudo haber quedado, en el K2", dijo Federico Scheuch, primo de Mohr, quien ha acompañado a la familia.
Fue el pasado viernes 5 de febrero cuando Juan Pablo Mohr, el islandés John Snorri y el paquistaní Muhammad Alí Sadpara iniciaron la parte final de la ascensión de la segunda mayor cima del mundo: el K2 en Pakistán (8.611 metros).
Sin embargo, tras dos semanas sin señales de vida, el jueves 18 del mismo mes las autoridades los dieron por muertos.
"Todos los meteorólogos, los montañistas, y los expertos del ejército paquistaní llegaron a la conclusión de que un ser humano no puede vivir tanto tiempo en estas condiciones tan extremas. Por eso anunciamos que están muertos", dijo en aquella oportunidad Raja Nasir Ali Khan, ministro de Turismo de la región de Gilgit-Baltistán donde se halla el K2".
El pasado 26 de julio, por fin el macizo del Karakórum devolvió el cuerpo del atleta nacional. Fue hallado en una expedición liderada por Sajid Sadpara, hijo de otro de los desaparecidos.
Sin embargo, ahí se quedará.
La decisión de la familia
"Esta ha sido una experiencia increíble para mí, siento muchas emociones, tristes y alegres, por este legado que ha dejado aquí mi Juanpa, apoyado por Federico Scheuch (primo de Mohr), que ha sido mi pedestal".
Con estas palabras, Carmen Prieto, madre de Juan Pablo Mohr, quien viajó a Pakistán por los restos de su hijo, le explicó a Las Últimas Noticias una difícil decisión: "Aquí está solo el cuerpo, me llevo el alma".
Y Scheuch, posteriormente, argumentó por la familia: "Estamos muy tranquilos de haber encontrado el cuerpo, se nos resuelven muchas dudas que teníamos. La familia está más tranquila, pero no deja de ser doloroso", comenzó.
Y luego cerró: "La decisión de la familia de Alí Sadpara (acompañante de Mohr en la expedición) también empuja la decisión de la familia de Juan Pablo. Está en el mejor lugar que pudo haber quedado, en el K2".