"Doña Peta" lo dijo en la edición de abril de Cosas -la misma revista de papel couche donde aquí leíamos la vida de Cecilia Bolocco o Paulina Nin, cuando existía "Cosita"-, a propósito de Paolo Guerrero y su destino escrito como futbolista. "Ya desde que estaba en la panza sabíamos que Paolo iba a ser futbolista", declaró la que, sin duda, es la verdadera "suegra de Perú" y que ayer salataba en una pata luego que el Tribunal Federal suizo confirmará que el "Depredador" estaba autorizado a jugar el Mundial de Rusia pese al doping positivo que dio el año pasado.
Además de la mujer que lo trajo al mundo, Petronila Gonzales es la que le traspasó los genes futboleros al goleador histórico de la selección del Rímac (con 32 tantos), que ayer hizo noticia porque con un permiso nunca antes visto podrá jugar el Mundial, habiendo sido sancionado por doping.
Es que, por así decirlo, Guerrero no tenía cómo no salir bueno para la pelota. Su tío, José "Caico" Gonzales Ganoza, jugó en la "Sele", como le llaman los incaicos a su combinado patrio, y casi un mártir nacional después de morir en la fatídica tragedia del Fokker de Alianza Lima, ese avión caído que provocó que tres jugadores colocolinos fueran enviados a préstamo al país del norte como gesto de solidaridad.
Julio "Coyote" Rivera, el medio hermano de Paolo, en tanto, fue subcampeón de la Copa Libertadores con Sporting Cristal, en 1997. Y también era quien le cocinaba al actual capitán del equipo del Rímac, que volverá a un Mundial después de 36 años de verlo por la tele.
Goleador adentro y afuera
Pero que Guerrero iba a ser leyenda lo descubrió en Alemania, cuando con 17 años llegó a probar suerte en el Bayern Munich. Como nuestro "Huaso" Isla y su historia con Católica, Paolo hizo las juveniles en Alianza Lima, donde anotó 200 goles, pero jamás jugó ni un minuto en el primer equipo. Es más, en su país fue primero conocido en un programa de televisión al estilo de Don Francisco, cuando con 15 años la rompió por dominar más que nadie la pelota en la cámara.
Una vez llegado a la Bundelisga, Guerrero fue "adoptado" por Claudio Pizarro, quien le enseñó los trucos en la cancha y, sobre todo, fuera de ella, porque más que goles se dedicó a coleccionar amores.
Es que el "Depredador" descubrió en el Viejo Mundo que era lindo, y se transformó en un latin lover que hasta hoy destaca entre los futbolista más galanes. Eso sí, en Lima lo describen como un soltero empedernido y, a la vez, el más codiciado, pues con los 3 millones de dólares que gana en Brasil es el crack mejor pagado de Sudamérica.
Su primer amor fue Marja Irene Santana, a quien conoció durante su época en Hamburgo y con la cual tuvo a su primogénito, Diego Enrique. Luego estuvo con Larissa, alemana que radica en su país, la madre de su segundo hijo, Alessio. Y finalmente, Katia Montenegro Dietschi, peruana, ingeniera, es la madre de su hija menor, Naella.