"He dejado muchas cosas por el fútbol, el fútbol no nos da nada a nosotras", declaró Carla Guerrero a la transmisión oficial de la Copa América Femenina. Dos segundos después por sus mejillas comenzaron a correr lágrimas de emoción. No sólo por haber sido figura en la histórica goleada por 4 a 0 a Argentina o por clasificar por primera vez a Chile a un mundial adulto. Su explosión de sentimientos tenía que ver con la concreción de un sueño tras una sacrificada carrera.
Antes de ser la matriarca de la defensa de la selección chilena, la "Jefa", como la apodaron en Colo Colo, debutó con 16 años en la Universidad de Chile adulta, donde se mantuvo cuatro años. "Ahí ya se sabía que llegaría lejos. Se paraba en la cancha y ordenaba a toda la defensa, les gritaba y mandaba a todas. A lo mejor por eso se ganó el apodo. Incluso le respondía a las profesoras cuando se equivocaban. Era líder y tenía mucha pachorra", recordó su ex compañera y ex seleccionada, Daniela Contreras.
Luego decidió estudiar Educación Física y dejó la casa de sus padres por primera vez para irse a Valparaíso. Aprovechando la cercanía partió a jugar a Everton y como su historia está ligada al éxito, sumó el primer título nacional y Copa Chile para los ruleteros (2009).
Liderazgo
Un año después tuvo que congelar su carrera estudiantil y fichó en el Colo Colo de José Letelier. Fue quizás el momento más exitoso en cuanto a títulos, ya que en la tienda alba no solo cosechó 12 torneos nacionales, sino que además levantó la primera Copa Libertadores Femenina para el Cacique, el 2012.
Un camino que recorrió hasta fines del 2017, cuando partió a Independiente de Santa Fe, en la competitiva liga colombiana. Una decisión difícil ya que nuevamente tuvo que dejar atrás su familia a los pocos días de haber cumplido 31 años.
En las "Leonas" es respetada y titular fija, aunque la lejanía con su gente la llevó a pensar en sí era buena idea seguir o no en Bogotá. Aunque la cercanía de la Copa América y la necesidad de mantenerse en un alto nivel, la empujaron a cerrar los ojos y darle para adelante. Un sacrificio que valió la pena, ya que Guerrero no sólo mostró liderazgo en la Roja; también se comió la cancha y demostró que Chile con ella en la titularidad, puede pelear de igual a igual ante cualquier selección.