La columna de Manuel de Tezanos sobre Marcelo Ríos: "El número 1"

El ego del Chino Ríos es tan grande que cree que se puede comparar con Diego Armando Maradona, quizás el jugador más grande de la historia del deporte más popular del mundo. En su fantasía, Marcelo supongo que interpreta que ser número uno del mundo por seis semanas (sólo 2 tenistas han estado menos tiempo que él en ese sitial), tener una zurda privilegiada y ser irreverente lo convierten en el "Diego chileno".

Pero está equivocado. Muy equivocado.

La famosa frase, tendrá que entender Marcelo, tiene un contexto. "Qué la chupen" dijo Maradona en la sala de prensa repleta del estadio Centenario de Montevideo, que ese día era una caldera. 100 radios y 20 canales en vivo. Había evitado la eliminación del mundial y explotó. El periodista que lo había criticado, además, estaba presente en el lugar. No fue una bromita en un punto de prensa improvisado para la permanencia en la zona 1 americana de Copa Davis. Hay diferencias brutales.

Hay diferencias también en lo que significa Marcelo Ríos para el tenis mundial y Maradona para el fútbol. El Chino es como una buena película independiente: Algunos la vieron, era extraordinaria, pero nadie se acuerda de ella si no la menciona un cinéfilo. El Diego es Star Wars. La historia es tan mística que existe hasta una iglesia dedicada a él: Salió de la miseria, de la droga, fue campeón del mundo, ganó en la liga más poderosa de ese momento con un humilde equipo del sur de Italia. Además, jamás rechazó su bandera... y mientras hacía todo eso, se atrevió a enfrentar a la FIFA, que hoy sabemos que era la peor de las mafias.

Egoismo

Fue bueno, Marcelo. ¿Pudo ser mejor? Quizás. ¿Es gracioso? Muchas veces. Pero es egoísta también y la historia dirá que no le dejó nada al tenis chileno. No formó ni entrenó nuevos talentos. No se involucró en la Federación. Y ahora usó al equipo chileno de Copa Davis para darse un gustito de cabro chico. Fue número uno del mundo. Poco más que eso.

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