Las definiciones del Rey del metro cuadrado, una reliquia de nuestro fútbol, a continuación.
Cuando a Carlos Caszely le preguntan cuántos goles hizo en su carrera, él, que lleva su propio conteo, sabe a quién le marcó y cuándo, elude la estadística oficial que le reconoce “apenas” 308 tantos, y se planta firme: 398. Es decir, el máximo goleador chileno de la historia. Pero no se complica demasiado. Sabe que las cifras suelen ser discutidas, ingratas, que puede haber injusticias y no sólo en su caso. Tampoco es que le haga falta más reconocimiento: el cariño, sabe, lo ha tenido siempre y es, como en muy pocos casos, uniforme. Lo quieren, por supuesto, los hinchas albos pero también los de la “U”, la Católica y todos quienes lo vieron volar sobre el campo.
Claro, hay cuestiones que no entran en discusión: el Rey del metro cuadrado, mote que habla por sí mismo, fue tal vez el delantero más completo que haya pisado los pastos nacionales. Ídolo en Colo Colo, Espanyol de Barcelona y el de toda una camada de números nueve que soñaron con hacer alguno de sus golazos. Bocón sin la necesidad de boquear: dio su opinión cuando quiso, sin temerle al qué dirán, pese al gobierno dictatorial que había detrás, aun cuando eso le costó las mejores opciones de su carrera. Aquí habla de eso. Del Caszely goleador y el Caszely revolucionario. El que pudo jugar en el Real Madrid, lo vino a buscar el Santos de Pelé y que reconoce haber fracasado en los Mundiales. Aquí, a pesar de que hace meses atraviesa el momento más difícil de su vida y que muchas veces se nota sin fuerzas, se abre con La Cuarta para contar la firme. El diario pop y todos estamos con usted, Chino.
La firme con Carlos Caszely
No es fácil cuando te dicen que van a hacer una estatua, porque tú piensas... uh, estaré muerto o me iré a morir... No es normal, pero sí es bonito. Es lo mismo que, por ejemplo, el otro día, cuando por primera vez me dieron un premio por haber sido el único goleador chileno en Copa Libertadores de América en un torneo. Es bonito que te reconozcan cuando has hecho una labor en favor de un equipo como Colo Colo.
Estoy orgulloso, muy orgulloso. Y el cariño se traduce día a día, no es una cosa temporal. Por ese lado, no tengo problemas. El cariño lo he recibido siempre, no es una cosa de ahora. Hay un gran cariño y un gran respeto no solamente de los colocolinos sino de todo el ambiente futbolístico.
Cuando me dijeron de la estatua, me presentaron al escultor y empezamos a ver cómo la iban haciendo. Yo vi todo el proceso, que es un proceso increíble cómo se realiza, hasta llegar al final. La había visto antes de que estuviera instalada, pero le faltaban algunos detalles indudablemente. Y es impresionante cuando la ves.
Querían poner mi estatua a tres metros de altura, pero yo dije que no. No, porque yo siempre he estado al lado de la gente, por lo tanto, tiene que estar a la altura de la gente. Por eso está abajo. Por eso está en un metro cuadrado.
Colo Colo es mi segundo hogar. Mi segunda casa. Una pasión indestructible desde los nueve años que llegué. Es algo que va, inclusive, a veces más allá de lo racional. La preocupación que uno tiene, momento a momento, por todo lo que está pasando con el cuadro popular… Y será así hasta que me muera. Yo llegué ¡a los 9 años! a Colo Colo. Son sesenta y tantos años siguiendo al Popular.
Siempre he dicho que la final con Independiente fue un robo descarado. Y lo mantengo. El árbitro brasileño, Arppi Filho, dio tres o cuatro entrevistas después. Una vez dijo que yo había bajado el balón con la mano y se ve que no es así. Después, dijo que yo estaba en offside..., no es así. Siempre dio versiones diferentes. Una vez, en una entrevista que dio en Arabia, hasta dijo que había hablado conmigo y que yo le había reconocido que había parado el balón con la mano. Y ahí se ve clarito que es todo mentira. ¡Más bronca me da, po!
Son varias las circunstancias que dan a entender que hubo un robo enorme. Lo del “Gringo” Nef en Argentina fue descarado. Y hablando con Lucho Urrutia, me mandó unas fotos donde yo también hago un gol contra Independiente, pero me lo anulan. Allá yo había hecho el empate 1 a 1 (NdeR: partido decisivo, en Montevideo), y después me lo anulan por posición de adelanto. Ahí hay algunas dudas, pero también me lo anularon... echaron al “Negro” Ahumada sin ningún motivo.
Colo Colo debería tener tres Copas Libertadores. La de 1991, la de las mujeres y la de 1973 que nos robaron. Yo insisto, aunque muchos me dicen, oye, pero cómo estái alegando todavía: porque fue un robo, po.
El Colo Colo de 1973 es el mejor equipo en el que jugué. Era el mejor, claro. Y no solamente dicho por mí, dicho por toda Sudamérica: todos los brasileños, uruguayos, argentinos, decían que era el mejor equipo que habían visto de Colo Colo de toda la historia.
Pero el Colo Colo 1991 fue campeón, contra eso no hay nada que comparar. 91 fue campeón, más allá de que juegue bien, regular o mal, que haya sido mejor o peor, fue campeón. Con la diferencia de que a nosotros nos robaron. Para mí, cuando se habla de un equipo, marca una diferencia haber sido campeón.
Colo Colo retrasó el golpe. Lo dicen los libros, lo dice la estadística. La historia no miente, como dice un amigo por ahí. Aquí hubo un gran problema social, bastante grande, donde había dos grupos armados que dejaban la escoba en todos lados, pero cuando jugaba Colo Colo se olvidaba todo eso. Yo creo que todo el mundo era colocolino, más allá de que les gustara o fuera hincha. Sino que era porque, por primera vez, un equipo chileno llegaba a una final de una copa. Y eso unió a un país: desde marzo hasta junio, cuando ya terminó la Libertadores.
Colo Colo fue un equipo que unió mucho al pueblo, a todos: derecha, izquierda, rubios, negros, gordos, flacos, todo el mundo. Uno se daba cuenta. Nosotros nos concentrábamos en el O’Higgins de Viña del Mar, en el hotel. De ahí nos veníamos a Santiago, al Hotel Carrera, y todo el trayecto, pasando por todos los pueblos porque no había autopistas en esa época, salían a la calle a saludarnos, a vitorearnos. Y después del Hotel Carrera hasta el Estadio Nacional igual. Uno veía gente a caballo, gente en bicicleta, gente en carretela, en carretela tirado por hombres, de estos de las ferias. Iban acompañando la micro al equipo hasta el Nacional. Era increíblemente maravilloso cómo se unía la gente detrás de la camiseta blanca.
Para el partido de promoción con la U de Conce estábamos todos no sólo con los dientes apretados..., otras cosas también apretadas. Muy asustados. Colo Colo ha ido de tumbo en tumbo. Si bien es cierto que el año pasado tuvo un equipo altamente competitivo, después se van todos estos referentes y los que contrataron han sido un cero a la izquierda. Eso lleva a que Colo Colo esté así, y va a ser muy difícil que pase esta ronda de Copa Libertadores. Va a depender mucho del resultado de la noche (NdeR: la entrevista se realizó el martes, antes de la jornada de Copa). Primero, psicológicamente cómo sale el equipo colombiano con los venezolanos. Juegan a las 6. Si gana el equipo colombiano, van a entrar muertos. Y si gana el venezolano, van a entrar con una disposición diferente, psicológicamente va a cambiar mucho.
En Chile, no solamente Colo Colo, estamos cuatro peldaños abajo de Argentina, Brasil y Uruguay. Estamos de nuevo como estábamos en los años sesenta, setenta. Porque los trabajos que se hacen en cadetes son malos. Así de fácil. Yo no entiendo cuando los equipos grandes, como Colo Colo, la “U” o Católica, contratan laterales, volantes, punteros. Eso tiene que venir de cadetes. Y si no se trabaja bien en cadetes... Quinteros lo ha dicho: cuando dice oye, miro a la banca y no tengo nada. No tengo laterales que cabeceen: o sea, no les enseñan. No tengo chicos que hagan goles: pero si no les enseñan. Cuando el trabajo en cadetes es malo, indudablemente eso se refleja después cuando los chicos llegan al primer equipo.
La comisión de ídolos me parece muy bien, porque todos los equipos lo tienen, pero con poder resolutivo. Si yo no tengo poder resolutivo, no voy a llegar nunca. Si a mí me dicen voy a traer tal jugador, y uno hace una investigación y el tipo viene con la rodilla mala, con la cadera mala, con la cabeza mala, uno va a decir no lo contraten. Y si después lo contratan, pa qué te van a tener, po. Si no tienes poder resolutivo, no, para nada. Esa es mi condición.
Para jugar en Colo Colo un jugador tiene que tener la cabeza centrada en lo que es la institución. Porque hay muchos jugadores que técnicamente no han sido buenos, pero con la cabeza centrada se han transformado en hombres valiosos para el cuadro popular. Si no, si no saben lo que es sentir la presión, lo que es vestir la camiseta de Colo Colo, con estadio lleno, puta... se van a la mierda.
La gente de Colo Colo te marca diferencias. Yo tenía muchos compañeros que a estadio lleno se morían, pero con dos mil personas eran figuras. La personalidad es importante.
Hay dos o tres jugadores de esta selección que podrían haber estado en la selección de 1974. De los centrales no, porque Quintano y Figueroa eran dos monstruos. Alexis podría haber estado, Vidal en su mejor momento podría haber estado. El Mati Fernández. Pero claro, son momentos diferentes del fútbol. Por eso cuando uno dice vamos a comparar... no hay comparación, no se puede comparar.
En el Mundial de 1974 se nos redobló la seguridad. Salíamos con tres autos de policías adelante, tres autos de policías atrás. No podíamos salir a 50 metros del hotel, porque estaba enrejado por todos lados, porque había guardias con caballos por todos lados. Con metralletas o pistolas, no entiendo mucho de eso. Para mí no fue factor en nuestro rendimiento, pero inconscientemente pudo haber afectado.
La selección de 1974 fue muy buena, para mí mejor que la de 1982. Pero en ese Mundial nos encontramos con una Alemania que fue campeona del Mundo. Nos encontramos con Australia, en el último partido, en una piscina en vez de una cancha de fútbol. Tendríamos que haber ganado ese partido. Pero son las circunstancias que se van dando.
Para el Mundial del 82, la concentración fue lo peor. Porque, además, ahí uno se da cuenta: de los 25 que habíamos, yo fui el único que me opuse a la concentración larga. Los demás todos dijeron que sí. Una concentración que empezó el 26 de enero hasta el 5 de junio. Te saca de todo. De tu ambiente, de tu forma de ser, de tu forma de pensar. Te quita todo, y te transforma en ovejita. Ese fue uno de los grandes problemas que tuvimos nosotros.
Lo del penal fue una cuestión más allá del fútbol: fue una cuestión política. Yo fracasé en los mundiales. No tengo problemas en decirlo, pero me hicieron mierda. Íbamos perdiendo 1 a 0, no pasábamos de ronda, era el primer partido, no pasaba absolutamente nada. Acuérdate en el Mundial de Brasil: hubo varios que perdieron penales, y nadie se acuerda. Cuando yo hablaba con Koncilia (NdeR: Friedrich Koncilia, arquero austríaco), que nos juntamos en Austria, yo trabajando en un canal, se extrañó que todavía se acordaran del penal. ¿Por qué se acuerdan?, me decía.
Las críticas por el penal nunca me afectaron. Siempre le puse el pecho a las balas. Cuando a mí me pasaba todo esto, yo redoblaba mi esfuerzo para tratar de ser mejor cada día. Para poder revertir la situación. Cuando volvimos nosotros, todos se fueron de vacaciones. Yo me quedé. Colo Colo jugaba en Viña, y yo salí como capitán... me pifió todo el estadio. Y cuando agarraba la pelota, me pifiaban de nuevo. Tengo que salir, tengo que salir, tengo que salir, decía en mi mente. Pero el fútbol se revierte jugando fútbol. En Antofagasta me pasó lo mismo. Pero después empecé a hacer goles, de a poquito, jugando, jugando, jugando, revertí la situación para terminar con aplausos de todos lados y que me volvieran a llamar a la selección.
Me faltaron muchas cosas en mi carrera. Primero, me hubiera gustado hacer goles en un Mundial. Para un delantero, no hacer goles en un Mundial es un fracaso, más allá del penal perdido.
Me hubiese gustado ganar una Copa América. Pero el año 79, cuando estuvimos a punto, con Paraguay, sucedieron cosas muy extrañas. Nosotros habíamos perdido 2 a 1 en Brasil, yo había hecho el gol. Después jugamos en Colombia, ganamos 2 a 1, hice los dos goles. Después en Perú, ganamos 2 a 1, los dos goles. Y pa’ la final, nacionalizan a Óscar Fabbiani. Y ponen a Fabbiani de nueve, y a mí me tiran de siete. Cuestión política, pa’ qué estamos con cuestiones. Y llegamos a ese tercer partido. Empatamos 0 a 0, y como habíamos perdido allá 3 a 0, acá habíamos ganado 1 a 0, Paraguay salió campeón por diferencia de gol. Pero lo que más me acuerdo es que me sacaron de nueve, y yo venía haciendo goles y el Pato Yáñez jugando bien. Con Gustavo Moscoso de puntero izquierdo... entonces, ¿cómo me van a sacar? ¿Cómo van a poner a Fabbiani?
Un general chileno le escribió a un general brasileño para que no llegara al Santos de Pelé. El general les dijo que yo era peligroso.
Todavía podía hacer goles, pero me retiré del fútbol por una razón muy simple: siempre fui respetuoso, muy admirador de los jugadores del Mundial del 62. Y yo los iba a ver jugar a ellos. Yo estando en la selección, en Colo Colo, los iba a ver. Ellos jugaban en Ferrito, en Audax, en Huachipato... y los puteaban, po. Puteaban a Leonel, a Carlos Contreras, al Fifo Eyzaguirre. Y yo decía ¡pero cómo! Entonces decidí que mi carrera la iba a cortar en lo más alto. Y la corté en lo más alto. Le ganamos a Brasil 2 a 1, con un golazo. Le ganamos a la “U”, nuestro tradicional rival, 3 a 0, me eligieron la figura de la cancha. Me premió la gente de la “U”. Ahí dije basta, me voy. En lo más alto.
Real Madrid me buscó, pero no se dio porque yo era partidario de Allende. Fue cuando estaba en Colo Colo. Y después Johan Cruyff me pidió para el Barcelona. Yo estaba en el Espanyol. Hablé con el presidente, Manuel Meler. Yo no tenía empresarios ni nada. Hablé con él, y me dijo: “Yo te vendo al Barcelona, y me tengo que ir de Barcelona”. Habíamos salido terceros en La Liga, habíamos jugado la final de la Copa del Rey, cosa que nunca el Espanyol había logrado. “No, no te puedo vender”.
No sé si hubiera jugado en la “U”. Nunca recibí una oferta. A mí me ofrecieron de Católica, de Antofagasta, La Serena y Palestino. Palestino me puso un cheque en blanco. En esa época, me pidieron de refuerzo para un partido de Palestino contra Vélez Sarsfield en Santa Laura. Ganamos 3 a 1 e hice dos goles. Y después me invitaron a almorzar, en un restaurante muy famoso de esa época que se llamaba el Merville. Me pusieron un cheque en blanco para que me fuera con ellos, pero dije que no. De la “U” nunca llegó.
Una vez jugué con la camiseta de la “U”. Yo trabajaba en el RTU, canal de la Universidad de Chile, y en un Clásico Universitario se hizo un partido de la gente que trabajaba en el RTU contra el Canal 13. Y como no teníamos indumentaria, nos prestaron la de la “U”. Estadio Nacional lleno, 70 mil personas. Y me aplaudió toda la gente de la “U” porque hice un golazo: me pasé a Isella, no sé a quién más, al arquero, metí el taco, pa’l lado sur y lo salí gritando.
Chupete Suazo tenía cosas mías. Claro que sí. Desgraciadamente cuando volvió a Colo Colo no le fue bien.
Cuando dicen “nadie es profeta en su tierra”, no... yo soy profeta en mi tierra. Aquí hay mucha gente no respeta al resto. Yo sí siento el respeto. Yo siento el cariño, el amor de la gente, de todos. Porque yo nunca hablé mal de nadie. Nunca. Por ejemplo, con los cabros de la “U” nos sacábamos la cresta los noventa minutos, a muerte, pero después nos tomábamos un café en la universidad con el “Flaco” Quintano, o nos juntamos con Sandrino Castec, el “Chico” Hoffens, con el mismo “Lulo” Socías. Terminaban los 90 minutos y se terminaba todo.
El clásico con la “U” empezó a principios de la década de los 80. Colo Colo siempre tuvo el clásico con Magallanes, después fue con Audax Italiano, después Magallanes y después la “U”.
Mis ídolos eran Honorino Landa, Mario Moreno... También el viejo Leonel (Sánchez), que era un gran valor... y siento un gran respeto. Por todos los del Mundial del 62, porque hicieron de mí un niño inmensamente feliz.
Para mí el de Emelec, el del “se pasó, se pasó”, no es mi mejor gol. El mejor gol de mi carrera es uno que le hice a Unión Española en esa Copa Libertadores de América. Porque la tomé en mi propia área, desde mi área hasta el área chica de ellos, pasándome a todos, hasta a Juan Olivares. Ese gol tuvo de todo. Pero hay varios... uno que le hice al Real Madrid en el Santiago Bernabéu fue buenísimo, de taco. O uno al Athletic de Bilbao de chilena.
Elías Ricardo Figueroa es el mejor jugador chileno de todos los tiempos. Pa’ mí no hay discusión. Era extraordinario. Yo miraba pa’ atrás, y confiaba que con Elías no nos iban a hacer goles. Elías fue grande entre los grandes, pero grande grande. Jugando en un partido en Nueva York, 20 seleccionados sudamericanos contra los 20 seleccionados europeos, Franz Beckenbauer se acercó a Elías para saludarlo.
Cuando me preguntan cuántos goles hice, digo 398; me cuentan como 310 (NdeR: la estadística dice 308). Y en la selección hice 42, me cuentan 29. Le hice goles al Inter de Milán, Santos, Boca, Barcelona, PSG y no me los cuentan. ¿Qué tiene de diferente hacerle un gol a Bolivia, Venezuela? Por promedio sería el mejor (NdeR: en efecto, 42 goles en 73 partidos es el mejor promedio).
No me arrepiento de nada de lo que he hecho en mi vida. Buenas y malas. Porque así las puedo contar. Ahí es donde yo digo: la ceguera de algunos perjudicaba más a un país que a mí. Porque uno juega por un país, no por un grupo de turno que esté en la presidencia. Y cuando no me llamaron por ser partidario de Allende, en las eliminatorias del 77, perjudicaron más a Chile. Si yo vengo, a lo mejor le hubiésemos ganado a Perú y hubiésemos estado en el Mundial del 78. Perjudicaron más al fútbol chileno que a mí. Y después, pa’l 83, cuando Lucho Ibarra me dice que le prohibieron que me llamara, en esa Copa América... yo no digo que hubiésemos ganado, pero a lo mejor hubiera sido un aporte. A lo mejor hubiéramos pasado una ronda, no sé.
Era una lástima enterarse que por cuestiones políticas pasaran estas cosas. Y en el fondo, querían perjudicarme a mí pero yo creo que perjudicaban más al fútbol chileno.
Yo siempre dije que fui, soy y seré un deportista con conciencia social. Siempre. Porque yo no miro los gobiernos que hay, cuando hay que ayudar. Cuando hay que ayudar, uno lo hace de corazón. No lo hace por el que está arriba.
Todo ser humano que piensa distinto es revolucionario. Y en el mundo del fútbol es muy difícil mantener los pies en la tierra. En el mundo del fútbol vivís en un mundo de Bilz & Pap. En ese aspecto a uno lo ayudó mucho la familia. La familia te ayuda muchísimo a tener los pies sobre la tierra. Y la universidad, también.
Mi familia me inculcó el respeto y los valores que hay que tener. Y la universidad... por ejemplo, sábado y domingo concentrabai en un hotel de cinco estrellas, te atienden espectacular, y llegái el lunes a la universidad a las 07.30 de la mañana, donde juntábamos las lucas para que almorzáramos todos juntos. Cuántos compañeros no llegaban en micro, cagados de frío, con su bolsito.
Estudié Educación Física en la Chile, Administración de Empresas en la Universidad de Navarra en Barcelona, y estudié Periodismo en la USACh. Fue una etapa muy bonita. Conocí compañeros del físico que hasta el día de hoy nos seguimos juntando. Conocí gente del Opus buena y gente del Opus mala, porque la Universidad de Navarra es del Opus Dei. Y después en la USACh estudié de noche, donde conocí gente muy buena. Siempre uno tiene que ir, consultar, preguntar para no seguir siendo un ignorante.
Prometí el 2015 no referirme nunca más a un problema político. Nunca. Porque son todos iguales. Me decepcioné de la política. Me gusta hablar de política, pero nunca más voy a hablar públicamente. Nunca más.
No se supera el duelo nunca. No se supera. Es muy, muy difícil.
De no ser futbolista me hubiera gustado haber sido médico. Como he sido siempre un deportista con conciencia social, me gusta ayudar a la gente. Y me hubiera encantado poder ser médico, ayudar a salvar vidas.
Me dicen “Chino”, “Rey del metro cuadrado”, “Gerente”. Todos son conocidos. En mi casa me decían Carli. El que más me gusta es Chino, porque todos me dicen así, sobre todo mis amigos.
Un sueño que tengo es saber de María de los Ángeles, cómo está. Todo el mundo dice que está bien, que está feliz, entonces quiero saber de ella, quiero estar con ella.
Estoy escribiendo canciones con Daniel Guerrero. La primera es una cueca que quiero dedicarle a María de los Ángeles.
No creo en las cábalas, no soy creyente de nada. Hoy en día no creo en nada.
La película que veíamos siempre, la repetimos mil veces, era La vida es bella. Mi favorita.
Veíamos series con la María de los Ángeles siempre. La Casa de Papel, que todo el mundo la vio. Pero prefiero las teleseries chilenas, me encantan. Soy muy admirador de los actores chilenos.
Mi picada favorita es tomarme un café y una lunita con los amigos en cualquier lado.
Trabajé en La Vega. Cuando era muy niño tenía un primo que trabajaba ahí, y pa’ tener unas luquitas pa’ comprar regalos en la pascua, trabajé con él.
Ganaba 150 escudos: 50 escudos se los di a mis papás, 50 los usé pa’ la universidad y 50 escudos los deposité.
Mis hobbies son todos los deportes. Me gusta jugar básquetbol, vóleibol, nadar. Ahora que está de moda el pádel, también juego. Si no me hubiera dedicado al fútbol, me gustaba mucho el vóleibol...
Escucho toda la música que tenga zampoña, música andina. Me gusta todo lo nuestro: la cueca, todo lo que tenga relación con nuestra música popular. ¿Artistas? Illapu, Quilapayún, Violeta Parra, Pedro Messone, Los Cuatro Cuartos, Los Quincheros... El otro día nos juntamos con Piero, argentino, a cantar, y hablábamos de la música de ahora. No la entiendo. Mis nietos sí, po. Me dicen escucha esto, y no..., no lo entiendo. No me gusta que cada uno baile por su lado, soy de los rock and roll, de La Nueva Ola. Buddy Richard, Cecilia, Marisa, Los Ramblers, Wildo.
Antes no iba mucho, pero este último tiempo he visto conciertos de Lucho Jara, de la Myriam Hernández, extraordinarios. ¡A nivel mundial, ah! Ellos me han invitado a esos conciertos, y nivel mundial. El Américo, a nivel mundial.
Mi comida favorita es el puré con bistec. De toda la vida. Me lo hacían mis papás.
Con la Princesa Alba salíamos después de cada grabación, nos juntábamos varios. Y ella es una chica colocolina, muy simpática, muy agradable. Nos hemos visto un par de veces después. Pa’ mí es como una hija, una nieta. Mucho respeto, mucho cariño.
Difícil que vuelva a participar de un programa. Hoy día no estoy para nada. Me han invitado a varios programas y no he aceptado.
Si pudiera tener un superpoder sería eliminar el hambre en el mundo.
Mi placer culpable es el cigarro. Para mí, un cigarro y un café es todo. Al día me fumo ocho o diez. Y siempre vengo a tomar café, siempre. El café, el cigarro, el diario...
Lástima que La Cuarta ya no sale en papel. La compraba siempre. Siempre. Me reía mucho. Una lástima que no la estén sacando.
Si tuviera que invitar a tres personas de toda la historia a un asado, con copete, sería a Pablo Neruda, Gabriela Mistral y Mandela. Quiero saber todo de ellos, cómo pensaban, cómo lo hacían, cómo solucionaban los problemas, cómo escribían. El antipoeta también, Nicanor Parra.
Leo mucho. Estoy releyendo un libro de Brian Weiss, que te habla de la vida del más allá. Estoy tratando de leer libros para entender esta negación que tengo hoy. Para entender, porque no tengo respuestas. No tengo ninguna respuesta para nada, estoy en negro.
Algún día tendré que salir adelante, empeño le estoy haciendo. Pero es difícil.
Hoy existen dos Carlos Caszely. El que está arriba, al que lo admiran, que lo adoran, que lo respetan. Y el que está abajo, sumido en la mierda, bajo tierra. Ese soy.
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