En la carrera de un jugador siempre llega el momento en que debe decidir si se queda en un fútbol más "competitivo" o viaja a forrarse durante algunas temporadas a Medio Oriente. Sí, un "drama dramático". Sin embargo, no todos los equipos funcionan como la "U" de Hoyos, pues también hay talento y pasión, y Ronnie Fernández lo puede comprobar.
Resulta que el ex delantero de Wanderers fichó en Al Feiha de Arabia Saudita a mediados del 2017 y hoy es el goleador de la liga, con 10 tantos. "Sabía poco, casi lo mismo que se sabe en Chile. Beñat San José, que fue DT mío en el Bolívar, me habló muy bien de este fútbol y la verdad es que superó mis expectativas, es muy profesional", le contó a La Cuarta "Rooney".
Ciudad radical
¿O sea que es un mito que hasta Facundo Grandinetti sería ídolo con el puro nombre? "La liga está vista como una de las mejores de Asia, es cosa de ver los ranking y todo. A mí ya no me preocupa mucho cómo se ve. A Bolívar, que es un grande de Sudamérica y que pelea copas internacionales, también se le mira en menos. Hay mucho jugador que viene y no logra rendir", aclaró.
- No es tu caso...
- Yo me preocupo de dar lo mejor en cada equipo donde juego. Y el trato a este fútbol no sé si pasa simplemente por desmerecer a las demás ligas o pensar que la liga chilena es de las mejores del mundo.
- ¿Qué tal ser goleador del torneo?
- Nunca me ha preocupado, quiero que el equipo sea el que esté arriba, eso te lleva a pelear cosas importantes. Lógicamente es especial y mantiene la confianza de uno al tope, así es todo más fácil. Además el equipo ha crecido mucho y es su primera temporada en Primera.
- Debe ser raro escuchar los festejos o ver las publicaciones...
- La verdad es que el idioma es muy complejo. Uno aprende lo básico, como el saludo. Lo bueno es que se maneja el inglés.
- ¿Hubo algo de temor al partir por todos los dramas de Medio Oriente?
- Claro, pero la verdad es que hay mucha ignorancia. Me preocupé más en Turquía, en todos lados hay resguardo policial y controles. Aquí hay conflictos alrededor, pero Arabia Saudí se respeta mucho.
- O sea, ¿vida normal?
- Ni tanto. Tomando en cuenta el tema de la religión y que me tocó una ciudad bastante radical, es complicado, pero no hay problemas de seguridad. Este país es islámico, de los pocos que quedan, y para las mujeres es muy complejo.
- ¿Le ha pasado a tu esposa?
- En las ciudades más grandes existen los compound, que son miniciudades occidentales donde puedes tener una vida normal, con colegios internacionales y todo. Aquí nada. Así que Dennys y mi hija Josefa vienen por un tiempo y luego vuelven a Chile. Afortunadamente, no le ha pasado nada, a mí sí.
- A ver...
- Una vez andaba con tres compañeros y fuimos a un mall que era más familiar. Entonces ahí te molestan los guardias por andar con un jeans rajado o cualquier cosa. Al ser extranjeros y solo hombres podemos llamar la atención de las mujeres y eso molesta la tranquilidad de las familias. Tuve que ponerme polerón para tapar los tatuajes. Al final hay que entender que uno está de visita. Es una cultura distinta.
- ¿Cuánto te afectó el descenso de Wanderers?
- Es doloroso. Te vas enterando de cosas que se pueden evitar, como por ejemplo que la dirigencia tenga poco presupuesto. En un equipo como este no puede suceder, es por lejos el club de provincia que más hinchada lleva al estadio. Creo que perdieron el rumbo los dirigentes y eso sin duda repercute en lo deportivo.
- ¿Si vuelves a Chile es al Puerto?
- Hay que tener cuidado, no puedes estar preso de tus palabras. Mi sueño es terminar ahí mi carrera y poder aportar, pero la verdad no sé. Con la dirigencia actual lo veo difícil, ya que cuando me fui ni un "buena suerte" por WhatsApp recibí, jajajá.
- Campañas como la que estás realizando te ponen en vitrina. La "U" te quiso...
- Siempre es gratificante sonar en otros equipos, pero eso es lo bueno de salir de un grande como Wanderers. No hizo que me desesperara, siento que actué sin errores. Nunca me volví loco por el interés y lo mismo pasa con la Roja. Todo jugador quiere representar a su país, pero no me ciega. Me acostumbré a hacer mi trabajo y esperar lo mejor.