Jaime, el papá de Esteban y tío de Marco, contó que el oro fue el mejor remedio para su esposa Mónica, que está delicada de salud.
Los primos Grimalt coronaron un martes mágico para la delegación chilena en Lima, otorgando el tercer oro a Chile en un emocionante partido ante México.
2-1 fue el triunfo final, en vibrantes parciales de 21-19, 22-24 y 15-10, que le otorgaron a la pareja su primera medalla en unos Juegos Panamericanos. En el segundo set, el dúo dinámico de Marco y Esteban tuvieron cuatro match point a su favor, pero el pan se quemó en la puerta del horno.
Sin embagro, lejos de achuncharse en el muere-muere sacaron toda la garra para "chingar" a la pareja azteca de Juan Virgen y Rodolfo Ontiveros, lo que significó sacar hasta cochayuyo para festejar en el mar.
Eso sí, la celebración fue en el Rímac y a 3.600 kilómetros de distancia, pues en Linares la familia Grimalt quedó sin voz. "Estamos muy felices y orgullosos. Los chicos estuvieron en un nivel espectacular en un partido súper emocionante. Tuvieron la cabeza para reponerse de ese segundo set y sacar el partido adelante", contó Jaime Grimalt, padre de Esteban y tío de Marco.
El hombre sabe de remaches, ya que es el técnico del club Deportes Linares, que ha ganado la liga nacional de vóleibol indoor en ocho ocasiones. "Ellos siguen formando parte del equipo y no se imaginan la felicidad que hay acá en la ciudad. Todos tienen una idolatría por ellos", agrega don Jaime.
La madre de Esteban es Mónica Fuster, que también fue voleibolista, de hecho así nació el amor con Jaime. "Estamos en el vóleibol hace casi 50 años y los chicos con creces nos han superado", agregó el papá más chocho del Maule.
Hoy Mónica sufre cáncer de mama, pero "ella ha respondido de buena manera al tratamiento. Esta alegría la ayuda muchísimo", asegura el padre de Esteban.