Marcelo Espina vuelve a Colo Colo: así fue cómo se transformó en ídolo

Fueron 67 goles los que anotó vistiendo la camiseta de Colo Colo, aunque nadie lo recuerda mucho por sus goles. Sí por una celebración, por ejemplo. Esa que inmortalizó con el banderín del córner luego de marcar ante el clásico rival. Se hizo cargo de la capitanía volviendo del Racing de Santander cuando el Cacique estaba en la quiebra y comandó a ese plantel para conseguir el Clausura del 2002. Fueron cuatro títulos nacionales (1996-1997-1998 y 2002) y una Copa Chile (1996) y un montón de buenos recuerdos.

Su romance con el Cacique comenzó bien de entrada. Proveniente de Platense, club donde se transformó en ídolo, Espina llegó a Colo Colo a cambio de casi un millón de dólares, un exceso quizás para la época.

Sin embargo, el volante, quien venía de ser seleccionado argentino, respondió con creces transformándose en uno de los grandes ídolos de la institución.

En su primer superclásico, jugado en el torneo de 1995, le hizo dos goles al Súperman Vargas -uno un golazo-, quitándole el invicto que llevaba hasta ese entonces el equipo de Jorge Socías con un joven Marcelo Salas en plena explotación.

Obviamente con esa carta de presentación se metió rápidamente en el corazón de todos los hinchas albos, quienes disfrutarían al "Calamar" durante varios años más.

Un año después el argentino volvería a dejar su huella en un histórico partido ganado por Colo Colo en el Estadio Monumental. Fue el 24 de octubre de 1996 en la vuelta por los cuartos de final de la Supercopa ante Flamengo, que venía con Bebeto como gran amenaza.

Tras empatar 1-1 en Brasil el Cacique debía definir en casa, aunque el partido tendría tintes épicos. Con Claudio Arbiza y el Rambo Ramírez lesionados, Gustavo Benítez ubicó a Pedro Reyes al arco a los 75', quien debió jugar la última etapa del partido con los guantes.

Fue siete minutos más tarde que aparecería Marcelo Espina con una volea increíble, la cual se coló en el ángulo de Zé Carlos. Tras una atajada monumental en el último minuto de partido, el Cacique clasificó a semifinales, donde perdería con Cruzeiro.

La buena participación de Colo Colo seguiría un año después, llegando incluso a semifinales de la Copa Libertadores en 1997 perdiendo nuevamente con Cruzeiro.

Banderín

En 1996 llegaría el recuerdo más vivo que tienen todos los colocolinos de Marcelo Espina. Ocurrió en la Copa Chile de ese año, otra vez en un superclásico, donde el Cabezón inmortalizaría su histórica celebración sacando el banderín del córner y corriendo por la galería norte del Estadio Nacional.

Tan marcada quedó la imagen de Espina y su celebración que incluso desde el bando rival quisieron imitar la imagen -Víctor Hugo Castañeda celebró de igual forma al clásico siguiente-, siendo Felipe Flores hace algunos año uno de los últimos en rememorarlo.

"De inmediato aclaro que el clásico en el que celebré un gol colgando mi camiseta en el banderín no fue el más importante de mi carrera. Quizás para los hinchas sí lo sea, por lo pintoresco del festejo o  porque fue ante el archirrival. Incluso era un partido por la Copa Chile 96. Nunca tuve una forma definida para celebrar los goles. Esa vez, se me ocurrió eso para estar más cerca de la gente. Pero fue un impulso, una cuestión del momento, nada más. Valoro mucho más el de 1995 (15 de mayo), porque fue mi primer Superclásico y uno de mis primeros partidos por Colo Colo, un equipo que estaba en formación para un exitoso ciclo. Lo ganamos por 3-0, anoté dos goles y metí un tiro en el palo. Siempre he dicho que hubo dos cosas que me dieron el colchón para empezar tranquilo mi paso por el club: haber marcado 14 goles en esa temporada y esos dos goles. En Colo Colo no hay tiempo. Hay que rendir de inmediato, porque eso exige la gente. Tuve esa suerte", declaró hace un par de años a La Tercera sobre la histórica celebración.

Importante en la quiebra

Con el club en quiebra fueron varios los ídolos que volvieron a Macul para darle una manito al Cacique. Entre ellos, era que no, estaba Marcelo Espina, quien llevaba un par de años jugando en el Racing de Santander español.

El impacto en su regreso fue tal que Jaime Pizarro, técnico en ese entonces y ex compañero en su primera etapa, le entregó la capitanía, siendo quien levantó la copa en ese histórico título en la quiebra.

Tras 161 goles anotados en sus 18 años de carrera futbolística (433 partidos jugados), el Cabezón se retiró un 12 de noviembre de 2004 en un amistoso jugado entre Colo Colo y Platense en el Estadio Monumental. Lo despidieron más de 40 mil personas en una Ruca a reventar.

"Caudillo en el mediocampo, futbolista de ida y vuelta profesional a carta cabal, táctico, talento puro, explosivo, manejador de los tiempos, habilitador, buena pegada y facilidad para llegar al gol". Así lo define la página oficial del club en su espacio dedicado a los ídolos, aunque podrían sumarse algunos atributos en unos años más luego de su tercer paso por el Cacique, esta vez como gerente técnico.

En 2005 llegaría como entrenador del primer equipo, aunque tras quedar eliminados en Playoffs lo despidieron. Trece años después regresa a casa.

Homenaje al capitán del pueblo

COMPARTIR NOTA