La atleta nacional más importante de la historia falleció a los 86 años, con una marca que ninguna chilena aún ha podido emular: la medalla de plata en los JJ.OO. de 1956.
Nació para ser leyenda y su partida no es más que el primer paso hacia la inmortalidad.
Es cierto, hoy estamos de luto. Marlene Ahrens Ostertag nos dejó. Pero esta nacida en Concepción, un 27 de julio de 1933, vivirá para siempre en la historia del deporte nacional.
Y no sólo por aquella hazaña lograda en los Juegos Olímpicos de Melbourne en 1956, donde obtuvo la medalla de plata en el lanzamiento de la jabalina. No señores. Será recordada también por sus valores, por sentir que la halagaron mucho cuando alcanzó el podio de los cinco anillos y por demostrar que se puede ser mujer, madre, deportista y una tremenda ser humano en tiempos donde todos esos atributos eran prácticamente incompatibles.
Marlene llenó su vitrina de trofeos. No obstante, quienes la conocieron saben que a ella le importaba más pasear por la playa con su marido Jorge Ebensperger, tener un obsequio que ofrendarle a sus competidoras o levantar la voz para denunciar a quienes intentaban sobrepasarse con ella.
Fue así como le paró el carro al entonces presidente del Comité Olímpico de Chile, Alberto Labra, en los Panamericanos de Chicago (1959) y renunció al atletismo para que no mancharan su nombre con declaraciones que negó siempre haberlas dado.
Legado
Es cierto, ya no está. Mas vivirá siempre en la memoria de otros medallistas olímpicos, Massú y González, a quienes conoció desde niños y alentó hasta el último día de sus carreras.
Marlene, doña Marlene, ya tiene su lugar en la historia. Y las futuras generaciones recordarán lo que pasó en 1956 como un cuento de hadas, pues una chilena, la única hasta el momento, fue capaz de romper con los mitos y transformarse en leyenda.
Alzó la voz ante el abuso que sufrió de un dirigente
Después de su éxito en Melbourne 1956, la carrera de la atleta siguió en alza, hasta que Alberto Labra, apareció en su camino.
En los Panamericanos de Chicago 1959, el dirigente y futuro presidente del COCH en los años 1963-1965, hostigó constantemente a Marlene, situación que ella denunció por la prensa y entes deportivos, pero increíblemente sus alegatos no contaron.
"Hoy sería llamado acoso sexual. Yo estaba en mi mejor momento deportivo cuando mi carrera como atleta llegó a su final", comentó en 2006 sobre el hecho que en 1963 terminó con una sanción de un año sin competencias para Ahrens, dejándola sin competir en Tokio 1964 y retirándola para siempre del lanzamiento de jabalina.
El paseo que la llevó a los Juegos
La vida de Marlene no fue una constante preparación para los Juegos Olímpicos. De hecho, llegó a ellos casi por casualidad. O más bien, por un paseo a la playa.
"Un día salieron con su marido Jorge Ebensperger y él se dio cuenta que lanzaba las piedras, y bastante grandes, más lejos que los hombres que estaban ahí y le dice que es una lanzadora innata. Luego, Jorge la lleva al club Manquehue y sólo cuatro años antes de los Juegos, comienza a entrenar", narró el periodista Cristián Arcos, que esccribió el libro "Estrellas Rojas", donde Ahrens tiene su espacio.
Luego, aseguró que Marlene "era una súper dotada: jugaba hockey, voley, tenis y se dedicaba al atletismo. Un verdadero ejemplo para quienes quieren tener una carrera deportiva, pues no sólo era talentosa, también poseía una humildad que pocas veces he visto".
La sana disputa con Elías Figueroa
La pregunta se realiza cada cierto tiempo: ¿quién es el mejor deportista de nuestra historia?
Y la respuesta hasta hace una décadas atrás siempre tenía dos opciones: Marlene Ahrens y Elías Figueroa. Ambos eran catalogados como los más grandes de este país y siempre la prensa especializada intentaba dilucidar quién se quedaría con el honor.
Pero a Marlene no le gustaba este apartado, de hecho le cargaba dar entrevistas y siempre creyó que las alabanzas a su talento eran exageradas.
Por su parte, Figueroa siempre mostró admiración por la atleta y ayer se sumó a los homenajes virtuales que se le realizaron.
"Con pesar me entero de la noticia del fallecimiento de la GRAN Marlene Ahrens, una increíble mujer que deja un ejemplo de cómo enfrentar la vida, un abrazo a su familia, hoy Chile está de luto", posteó el ex futbolista.
Tenista y esquiadora por opción
Su esposo Jorge Ebensperguer siempre impulsó a que Marlene desarrollará sus facetas deportivas, y él fue quien la convenció de dedicarse al lanzamiento en el Club Manquehue, y cuando le dijo adiós a la jabalina, la motivó a que ingresara al tenis, aún cuando años antes tuvo un grave accidente luego que una garrocha le cruzó la rodilla en el Estadio Nacional.
Con 33 años la raqueta se convirtió en su nueva pasión. Y no lo hizo para nada mal, porque en 1967 logró ser la mejor de Chile junto a Omar Pabst, pero sólo pudo competir dos años, ya que la lesión la complicó. "Lo dejé porque la rodilla me pasó la cuenta, pero me encantaba el tenis", comentó en una entrevista en 2008.
Ya entrando a los '80 encontró otra disciplina que la acompañaría por toda la vida: la equitación. Tuvieron que pasar 15 años para que en los Panamericanos de Mar del Plata 1995, y con 62 años, Marlene fuera parte del equipo nacional, donde fue aplaudida por todos los presentes. Hasta 2016 siguió montando en el Club de Polo y Equitación San Cristóbal, donde iba todas las semanas.
Duco le agradece por lo entregado
Natalia Duco, lanzadora de la bala que ha estado en tres Juegos Olímpicos, cuenta que "la muerte de Marlene Ahrens es un sentimiento de pena, tristeza y dolor por lo que estamos viviendo, personalmente era una referente deportiva y como persona".
La múltiple campeona sudamericana añade que "su carrera fue inigualable, es una de las mejores deportistas de Latinoamérica, una líder en el deporte femenino, reconocida a nivel mundial, de las pocas chilenas que han llegado a ese nivel, es un orgullo para todos".
Por eso la sanfelipeña quiere que "quede en el corazón de todos los chilenos que su nombre sea un legado deportivo para la nuevas generaciones, que vean que los resultados no son imposibles de alcanzar y si es posible ganar una medalla olímpica", comenta.
- ¿Qué te deja Marlene? Un profundo dolor que una persona tan querida y tan admirable nos deje, pero lo que ella hizo es historia, parte de nuestra cultura deportiva, así se le recordará, su nombre tiene que ser traspasado por todas las generaciones.