El exdefensor se vio forzado a dejar la selección por una rotura del tendón de Aquiles tal vez en el mejor momento de su carrera.
Waldo Ponce llevaba casi seis años como patrón de la zaga chilena cuando sucedió lo que sucedió. Cuarenta y dos partidos, treinta y nueve de ellos titular, precisa el currículum. Su ductilidad y pierna sensible le permitían jugar como central en línea de cuatro, de líbero o stopper según el dibujo (o el rival) e incluso ante alguna urgencia acomodarse en el lateral derecho, animarse a patear tiros libres, diseñar la salida desde atrás. Da igual con quien (Miguel Riffo, Gary Medel, Gonzalo Jara, Pablo Contreras, Ismael Fuentes, Marcos González), a menos que acarreara una suspensión o molestias, había cierta certeza de que estaría entre los once de la Roja, acaso última prenda de seguridad de Bravo.
Es más, Ponce hasta entonces era el segundo seleccionado con más participaciones esa temporada, precisamente tras el arquero, con trece encuentros sobre diecisiete posibles. Pero el martes 15 de noviembre de 2011, calurosa noche en el estadio Nacional, eso se acabó. El dos a cero que Chile le asestó a Paraguay pasó a segundo plano, al menos para él: una terrible lesión lo forzó a abdicar.
“Tuve la mala suerte de lesionarme en el partido de Paraguay para clasificar a Brasil, y de lesionarme feo, estuve tres años fuera”, resumió en un par de líneas su dolor durante el segundo capítulo de la docuserie Colgar los botines dorados.
El asunto es que nadie lo notó. Ese partido, el que precipitó su adiós, “Waldini” lo jugó de principio a fin. Presentó alguna molestia, es cierto, pero nada terrible, de ninguna manera algo que sugiriera un diagnóstico como el que empezó a machacar su carrera.
En México, por ejemplo, el cuerpo médico del Cruz Azul calculó que lo suyo era apenas una tendinitis en la zona del tobillo izquierdo. Sin embargo, al poco andar constataron que lo que Ponce cargaba era algo muchísimo más grave. Necesitó someterse a una recomposición del tendón de Aquiles en el Hospital Quirón de Barcelona el siguiente febrero. En la “U” le abrieron las puertas y Jorge Sampaoli le propuso redebutar en un partido por Copa Chile a mediados de septiembre. Pero esos cuarenta y cinco minutos en cancha le costaron otro paso por el quirófano y empezar de cero. Nunca pudo regresar como quería, mucho menos a Juan Pinto Durán.
De todos modos, Ponce guarda un buen recuerdo del casildense. “Él incluso me llevó con su kinesiólogo de cabecera”, reveló el exfutbolista cuando el DT ya lucía el buzo de la Roja. “Claro, y que un técnico de la selección te diga ‘mira, esto, yo quiero que te recuperes’, por supuesto que era motivante. Pero bueno, así se dio lamentablemente”.
De ahí viene probablemente su mayor lamento: “El destino me puso una lesión, ahí, pelearla para poder volver a jugar, pero me hubiera encantado haber disputado o haber estado en esa Copa América del 2015″.