Bruno Passteni, de 11 años, sacó aplausos en el equipo Caupolicán, tras ser figura en dos definiciones en una copa infantil en Argentina.
En la familia Passteni, nacidos en el puerto de Iquique, son adictos al arco. De hecho, ostentan tres generaciones de eximios cuida tubos, que son coleccionistas de medallas y están llenos de diplomas.
Aunque a decir verdad, ninguno de los nacidos en el siglo pasado había logrado brillar con una gracia como la que se le atribuye en tierras trasandinas al menor de la dinastía: Bruno Passteni Rojas.
Fíjese que el pequeño gigante, de once años, se tomó en serio la idea de ponerle candado al arco del Club Caupolicán de Iquique, en la tercera edición del Torneo Internacional de Fútbol Infantil Copa 'Burrito Ortega' que se disputó en Jujuy, Argentina. Cuando sus compañeros más lo requerían, no halló nada mejor que tapar cuatro penales al hilo.
"Me felicitaban por ayudar en el paso a semifinales, pero ellos también cumplieron con su cuota y logramos dejar atrás a San Francisco y seguir avanzando en la categoría 2007 del torneo organizado por Kanarios Juniors", contó Bruno a La Cuarta.
- ¿Dicen que después repitió la gracia?
- Lo que pasa es que al momento de disputar con Melgar de Bolivia el paso a la final, también nos fuimos a penales. Les ganamos por 2-1, pero se patearon muchos más, ya que ahí tapé en diez oportunidades de las once que tuvieron.
- ¿En serio?
- De hecho, en el único gol que me hicieron también lo intenté, pero me pegó en los dedos y al final entró.
- ¿Cuál es la fórmula?
- Esperarlos. Me quedo mirando siempre hacia donde lo van a patear y cuando le pegan, me tiro.
- ¿Logaron la copa?
- Sí, pero del segundo lugar, porque perdimos la final con Rosario Central, por 1-0, pero vamos a seguir intentando hasta que se nos dé un campeonato internacional. Estuvimos cerca, porque pasamos la fase de grupos con puros triunfos y después ganando en penales.
- ¿Te pusieron algún apodo?
- Los cabros me dicen "Car'e Sueño". Lo que pasa es que en el carné del equipo salgo muerto de sueño, jajajá. Pero logré despertar. Y no fue pesadilla.