De padre haitiano y madre nipona, la figura del tenis mundial destaca por su pintoresca figura como por sus problemas con el lenguaje de los asiáticos, pues vivió casi toda su vida en EE.UU.
Naomi Osaka irrumpió con todo en el US Open, por lo que todo el mundo empezó a preguntarse por la historia de esta japonesa de tez morena, algo muy particular para los habitantes de ese país.
De hecho, la misma tenista ha comentado que "cuando voy a Japón se quedan mirándome de manera extraña, no están acostumbrados a ver a alguien con mi color". Y la razón es muy simple: su padre Leonard Francois es haitiano, mientras que su madre, Tamaki Osaka, le dio su apellido por razones prácticas cuando nació en tierra nipona.
Fue su papá quien le sugirió que jugara tenis representando la bandera japonesa, a pesar de que ella se siente más norteamericana porque desde los 3 años vive en Estados Unidos. "Me dijo que en Japón no es un deporte tan masivo y eso podía ayudarme", aseguró Naomi.
Lo increíble es que como ha vivido casi toda su vida en EE.UU., le cuesta manejar el lenguaje japonés. "Me pongo muy nerviosa cuando lo escucho, para mí es un idioma muy rápido. A veces suena como si estuvieran golpeando algo y pienso: 'oh, Dios mío, no escuché la primera parte de la pregunta'. Entonces miro como una idiota y no quiero parecer una idiota", señala la deportista, quien ha estado en clases para aprenderlo mejor.
La chica de 20 años ya logró ganar su primer Grand Slam y muchos aventuran que será el primero de muchos, debido al talento que demuestra con la raqueta. De hecho, tras comenzar el año en el puesto 68° del ranking WTA, ahora saltará a la 7° posición, amenazando a las grandes figuras del circuito.
"Estoy feliz por haber conseguido un título importante que siempre soñé, espero seguir cosechando éxitos", indicó tras ganar en New York.