Es probable que el entrenador no encuentre club en primera división en el corto plazo para reanudar su carrera.
En cuanto salió de Ñublense por todo lo alto, tal vez como la mayor promesa de los banquillos nacionales, se esperaba que Jaime García rompiera con el estigma que suele pesar sobre los entrenadores chilenos, habitualmente dejados a un lado, a la sombra de los foráneos. Frente al devenir de Quinteros, Pellegrino y Berizzo, mientras él pasaba un tiempo en el Viejo Continente capacitándose, viendo cómo trabajaban los equipos de la élite mundial, su nombre comenzó a circular como opción en los tres: Colo Colo, Universidad de Chile e inclusive en La Roja. Pero nada de eso se materializó. Es más, con pocos cupos para dirigir en el torneo local —apenas Audax Italiano, Colo Colo y Coquimbo Unido están de momento sin DT, la “U” avanzó por Gustavo Álvarez— es firme la posibilidad de que se quede sin trabajar este semestre.
Y eso es algo que atormenta a Jaime García. En conversación con Todos somos técnicos, el entrenador entregó más detalles de sus últimos meses y confirmó que todavía nadie lo ha contactado formalmente:
“Ha sido un poco extraño, pero debe ser parte del fútbol y de gustos. Siento que estoy dispuesto a tener conversaciones con cualquier club donde yo me pueda sentir bien y que sea lo mejor para mi carrera, ya que he dado la vuelta larga para estar donde estoy”.
“Pensé que iban a preguntar más”, añadió de inmediato, algo decepcionado. Y teorizó: “Quizás piensan que donde he sonado en equipos, soy alguien muy caro o que estoy lleno de ofertas, no sé... He tratado de hacer las cosas como corresponde. Estoy capacitado para lo que venga. Me he pegado porrazos donde he tenido que levantarme solo y he ido aprendiendo con los latigazos que me ha dado la vida”.
Entonces, con mucha honestidad, admitió que de tanto en tanto se cuestiona por qué habiendo triunfado en Ñublense, no está llega esa oportunidad:
“A veces me pregunto, ¿qué me falta? Díganme, por favor, qué me falta. Siento que he dado una vuelta larga, mis equipos se caracterizan por un buen juego, a la gente le gusta, entonces no sé qué pasa”.
Y concluyó con una autocrítica: “Tengo que aprender a decir que no, ya sea a los dirigentes y jugadores, sobre todo en los momentos precisos, en aquellos donde el fútbol te da esas señales. Hay que madurar, tomar decisiones rápidas y atrevidas”.
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