El casco histórico es sinónimo de colores y alegría, pero también significa un riesgo constante para turistas.
Hablar de Salvador de Bahía de inmediato es recordar a Doña Flor y sus dos maridos. Sí, aquella película que nada le tiene que envidiar a las historias del Rumpi, ni con la escena de la lavadora. Pero además, es cultura, alegría, colores. Por algo Pelourinho fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Pero también existe un lado B que requiere atención para evitar malos ratos, sobre todo si la idea es disfrutar siguiendo a la Roja. Además de las favelas, en el casco histórico es común que timadores actúen en grupos para despistar a los turistas en los alrededores del Mercado Modelo, y la recomendación es ocultar los objetos de valor y no cambiar dinero en la calle. Elemental, ¿no?
Los riesgos de Salvador de Bahía
En las cercanías de la Plaza Municipal, donde curiosamente está la Rua Chile, el asunto es más serio. Hay menos movimiento de gente, los callejones son estrechos y es común ver deambular a personas de mal aspecto. Incluso, los propios taxistas advierten a los extranjeros de los riesgos que implica transitar por ahí, pese a la presencia policial.
El consejo para los hinchas chilenos, en todo caso, es estar siempre alerta independiente del lugar, pues ayer dos mujeres fueron abordadas y nuestra periodista (en la imagen) también sufrió con los vándalos brasucas. Prevenga y disfrute la Copa.
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