No es una cuestión de gustos el ránking de ligas nacionales del 2017 que publicó esta semana la Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol.
A usted podrá parecerle más entretenido el fútbol inglés, el alemán o el italiano, pero lo cierto es que el número uno del ránking que ocupa La Liga de España es completamente justo.
Sus equipos son los más competitivos en los torneos internacionales y un participante de esa liga, Real Madrid, ganó la Champions League y el Mundial de Clubes, los dos trofeos más importantes del año.
Así como es indiscutible el número uno de España, hay que reconocer que nos merecemos el paupérrimo lugar 65 que ocupa el campeonato chileno, el peor desde 1991, cuando comenzó a publicarse este ránking anual.
El fútbol chileno, que muchas veces llegó incluso a ser top 10, hoy tiene peores resultados internacionales que las ligas de Congo, Azerbaiyán, Albania, o Sudán, por nombrar a algunos países con nula tradición futbolera que hoy nos superan.
En el escenario sudamericano apenas estamos por sobre Venezuela (66) y a años luz de Brasil (3), Colombia (6) y Argentina (7 en el ránking). Una situación dolorosa y desoladora.
Nuestro fútbol ha ido cayendo en competitividad. Salen campeones equipos con muy pocos puntos, con discretos porcentajes de rendimiento. Se juega una baja cantidad de partidos por año.
Los jugadores cambian de equipo como quien se cambia de ropa y ante el mínimo éxito lo único que piensan es en arrancar a otra liga que pague mejor para asegurarse el futuro.
Cada semestre, los equipos que vienen en ascenso se desarman y la clasificación a las Copas Libertadores o Sudamericana termina siendo un cacho.
La pregunta es si nuestros dirigentes están conscientes de esto y si están dispuestos a invertir un porcentaje de los millonarios ingresos por la venta del CDF en mejorar el nivel de nuestra competencia.
Si es que entienden que es grave que nuestro fútbol sea 65 del mundo...
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