Paulo Díaz estuvo a minutos de entrar a la historia grande

JJPANA8456. LIMA (PERÚ), 23/11/2019.- Filipe Luis (i) de Flamengo consuela a un jugador de River Plate al ganar la Copa Libertadores 2019 este sábado tras la final ante River Plate, en el estadio Monumental en Lima (Perú). EFE/German Falcon

El defensor nacional ingresó cuando quedaban 13 minutos en la final de la Libertadores en Lima. Si bien los hinchas lo culparon por el primer gol del Flamengo, nada pudo hacer para una remontada histórica de los brasileños, por lo que no pudo emular el hito de Ignacio Prieto, único chileno campeón en un cuadro extranjero.

Desde que Ignacio Prieto había alzado la Copa Libertadores con Nacional de Uruguay en 1971 (donde vencieron a Estudiantes de La Plata de Argentina), ningún otro jugador chileno ha levantado el trofeo defendiendo la camiseta de un club internacional.

Esa era la histórica racha que tenía que romper Paulo Díaz con  River Plate en la final ante Flamengo en Perú, donde estuvo a tan sólo un par de minutos de lograrlo para entrar a la historia grande.

Fue en el minuto 77 cuando el técnico argentino Marcelo Gallardo gritó a su banca diciendo el nombre de "Paulo, Paulo". Milton Casco tenía problemas físicos y ya no daba para aguantar lo que quedaba de partido por la zona izquierda de la cancha.

Todavía River iba en ventaja por 1-0, pero fue justo en el momento en que Flamengo había despertado y se fue con todo arriba buscando una remontada histórica.

Si bien en un principio se vio firme en la marca, los hinchas millonarios lo apuntaron con el dedo tras el primer tanto de Gabriel Barbosa que significó el empate para los brasileños.

Es que el defensor no alcanzó a llegar al cierre, cosa que le pasó la cuenta en la crítica, que aseguraban de que había dejado en solitario al goleador del Flamengo.

Pese a todo siguió adelante. Pero ni en la peor película habían imaginado que nuevamente "Gabigol" iba a convertir en los descuentos para quedarse con el título por segunda vez en la historia de la Libertadores.

Tras el partido Díaz se veía molesto, tal como todos sus compañeros, que no creían en cómo en un par de minutos se les fue la gloria del torneo más importante de América.

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