No habían sido los mejores días de Mauricio Pinilla en la Universidad de Chile. Tras malestares en el estómago, además de una lesión de tobillo izquierdo, quedó afuera a horas del partido en que los azules cayeron ante Racing en Argentina por la Libertadores.
En todo ese tiempo el delantero perdió cinco kilos por un virus que no lo dejó entrenar de manera normal, por lo que cuando Esteban Valencia le notificó que estaba citado para el clásico, su cara se llenó de alegría.
Como casi todo el mundo, el domingo comenzó dando saludos por el Día de la Madre. Su señora, Gissela, además de su mami, Lucía, fueron las festejadas, aunque por redes sociales, donde el jugador le dedicó tiernas palabras.
Ya en San Carlos, Pinilla fue el último en bajar del bus de los azules. Le dio la mano al gerente de Azul Azul, Pablo Silva, y luego se perdió en el camarín.
Si bien fue recién a los 30 minutos cuando comenzó a moverse, tras empezar el partido en la banca, en el entretiempo ya se sabía que entraría a reemplazar a un tibio Isaac Díaz.
"Mauricio, mi amor", le gritaban desde la tribuna. De reojo miró y devolvió el saludo con un beso. Era su señora que le estaba deseando suerte.
Ingreso a la cancha y tras saludar al Chapa Fuenzalida de abrazo, vendría el primer cruce. El defensor Raimundo Rebolledo se ganó el premiado, porque sin pelota recibió un cariño del delantero, el que no sería el único.
En el 51' Pinilla ya había intentado en dos ocasiones contra el arco de Matías Dituro, aunque sin suerte. Siete después, sería Germán Lanaro quien lo repasó con una patada en el medio de la cancha. Como sea, el Mauro se estaba transformando en el corazón de un equipo que intentaba levantarse tras el gol de Diego Buonanotte en el 44'.
Se llegaba al minuto 65. El Nico Guerra le entrega un pase filtrado entre Rebolledo y Aued a Beausejour, este último centró viendo que Pinilla estaba en posición. Como en sus mejores tiempos, el delantero se manda una contorsión en el aire para una chilena, que si bien no le da con todo y le pega con la canilla, logra derrotar a Dituro.
Primer festejo con la lengua afuera, justo en dirección a donde estaba el portero. Luego corrió hacia el sector de la barra Los de Abajo, trepó la reja y subió a gritar el gol junto a los hinchas.
En esa acción se rajó la mano con las puntas, pero no le importó ni la sangre ni el tener que cambiar de pantalón en plena cancha cuando se limpió. Gesto de silencio, mano a la oreja y la cabeza: el Mauro estaba de regreso. Tanto así que, antes de salir de la cancha, recibió un escupo de un hincha de la UC y se dio el lujo de darle una entrevista a CQC.
"Esto es un clásico, se viven de manera intensa, siempre he celebrado los goles con la gente de la U y acá había un par de puntas más. También se me había olvidado que tenía cuatro amarillas y que me perdía el partido con Palestino, si hubiera sabido, lo habría pensado un poco más", comentó quien terminó siendo la figura.